Dicen las lenguas antiguas, que un día, allende los mares, un hombre y un árbol se juraron amor eterno.
Su difuso origen solo se puede dibujar de una forma.
Un Monje, después del largo viaje de vuelta tras años difundiendo la palabra del señor en las nuevas tierras, cansado , viejo y enfermo se disponía a volver al monasterio de Fain, el cual le habían asignado para que pudiera pasar los últimos años de su vida. Sin embargo, cuando vió su meta, se desplomó como un tronco sin vida , delante de la imponente fachada del monasterio, como si supiera que su vida humana tenía que llegar a su fin para abrirle paso a una mucho más longeva y grandiosa.
Allí mismo, lo enterraron, llevando aún en el bolsillo de su túnica la semilla del Ombú, que se había traído del nuevo mundo. En el jardín delantero del monasterio de Fain, pala a pala su cuerpo inerte quedaba a merced de la tierra.
No obstante, gracias a los restos sin vida del monje y la fértil tierra en la que se encontraba, la semilla de su bolsillo germinó y resucitó con su alma. Dios le había hecho el mejor de los regalos, convertirse en uno solo con aquel màgico árbol para ser el nuevo guardián de Fain, pasando a la eternidad como la leyenda del Ombú y el hombre árbol.
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