Día de boda

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En casa Patrocinio era donde se celebraban las bodas del pueblo, era la casa más grande de pueblo, con un grán salón donde se colocaban mesas de otras casas y cabía casi todo el pueblo. Las cocineras eran doña Hilaria y Pili la de la tienda. 

Aquel día las cocineras ya estaban en la cocina de Patrocineo, eran las diez de la mañana pero en la casa del nóvio se estaba preparando una buena, la madre se negaba a que se casara su hijo con Flora Matanza. Se había lebantado y se había ido a llevar las ovejas al monte como si no se casara su hijo aquella misma mañana. El hijo desesperado fué a casa de Patrocinio llorando de rábia por culpa de su madre.

Patrocinio, Hilaria y Pili dejaron los preparativos y se subieron al monte en busca de la madre del novio. Se la encontraron sentada en una roca mirando a ninguna parte. Parecia una niña chica negandose a volver y hacer de madrina, parecía que queria su momento de glória. Y sobretodo robarle su momento a Flora.

A oidos de la casa de Flora llegó la noticia de que su suegra se negaba a bajar del monte para la boda, su madre no quiso decirle nada a Flora y subió al monte a pedir esplicaciones.

En el monte empezaron los gritos, la madre de Flora había entrado en catarses al ver a su posible consuegra sentada en una roca con el morro torcido y sin intención de ir de boda.

Empezaron a estrañarse los vecinos, algunos suvieron al monte y entre unos y otros convencieron a la madre del novio quién ya había ido donde el cura, juntos subían al monte cuando ya bajaban todos.

El cura se acercó a la mujer ya arrepentida por su actitud. Bajaba ya llorando, él empezó a darle animos por la felicidad de su hijo.

Muchos recordarían aquella boda, la señora Ramona fué ayudada a vestirse, peinarse, para ir a la boda de su hijo. Más tarde todos esperaban en la iglesia pero esta vez Flora era la que no venía y su padre se pasó por la iglesia pa decir que Flora había desaparecido. Y toda la iglesia se vació y empezó a buscar a la novia. Llamandola y llamandola. 

La pobre Flora lloraba junto a la pequeña capillita del Cristo, creyendo que había sido rechazada al ver a su nóvio todo lloroso y sin vestir a la casa del cura, los cuales salieron andando en direción al monte.


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