El cuadro de la pared
Observando con atención, el cuadro que hay colgado de una de las paredes de la habitación de juegos para los niños, llena de todo tipo de juguetes capaces de entretener al niño más interesado al menos interesado.
De entre tantas maravillas a su alcance solo había una cosa que fuera capaz de llamar su atención, un viejo cuadro de los tatos colgados entre aquellas cuatro paredes, solo uno les distraía de sus pensamientos el de un personaje de la época ataviado con ropa militar junto a un esbelto caballo.
Sentados ante aquel viejo cuadro, ellos quedan absortos, como si desde el interior del cuadro les estuvieran llamando, diciendo algo que solo ellos eran capaces de sentir y quedar inmóviles delante de él, mirando el viejo cuadro entran en el sueño de estar escapando de aquellas cuatro paredes y pasar al interior del cuadro.
Sintiéndose dentro de aquel hermoso valle, repleto de verdes trigales, animales pastoreando entre ellos algunos caballos, sueltos que corretean sin que nadie les molesten dándole rienda suelta a su imaginación, sintiendo el frescor el olor a la hierba al ser aplastada rompiendo sus tallos al hacer rodar sus pequeños cuerpos una y otra vez hasta quedar exhaustos.
Como llegaban casi hasta la extenuación, se tomaban pequeños descansos entre juego y juego, ahora le tocaba al hinchado de globos, cada uno de ellos inflaban sus globos con lo que se les ocurría, lo que importaba realmente era que alcanzaran la mayor altura posible, la mayor parte de los globos sobrepasaban la altura de aquellos árboles centenarios de los que estaban rodeados, así una y otra vez volvían a la carga con su nueva soltura de globos hasta que los agotaban.
Como se habían agotado las existencias de los globos cambiaban de distracción, ahora era la hora de la aviación, lazar los aviones de papel que ellos mismos habían estado haciendo con sus propias manos, y así averiguar cuál de ellos había estado mejor realzado, por lo que para ello no importa el tiempo invertido en sus diseño y colorido de las alas porque sería una manera de diferenciar quien lo había hecho, puesto que cada uno de ellos tiene distintos dibujos y colores.
Para lanzarlos y verlos descender, habían andado por uno de los senderos hasta llegar a la cima de unas de las lomas más cercanas del valle, desde donde los lanzarían y así podrían saber que avión habría sido el mejor construido, a que diseño de las alas le habría favorecido mejor, el mayor o menor rozamiento del viento y mejorado la flotabilidad y la permanencia en el espacio.
Habiéndose quedado sin recursos para continuar con su construcción, decidieron que había llegado la hora, de hacer subir las cometas que ellos mismo habían fabricado y que tenían un gran parecido, con una de las aves que retornan a nuestros territorios cada año para la primavera la cigüeña, comenzaron a correr soltando la cuerda hasta que la cometa empezaba a moverse al ritmo del viento, entonces solían dejar de correr y solo tenían que hacer pequeños movimientos a la cuerda, para que así la cometa subiera mas y mas hasta quedarse sin cuerda, dándose por satisfechos al ver lo conseguido verla a la atura de la aves que revoloteaban a su alrededor.
Sintiéndose felices satisfechos por todo lo logrado ese día, se tumbaron sobre el suelo rendidos de tanto ajetreo, sintiéndose sorprendidos por el sonido de una voz lejana que decía vamos niños tenéis que recoger, tenemos que marcharnos, es tarde, dándose cuenta entonces de que todo había sido un sueño, un sueño mas al que le había llevado el cuadro en la pared al mirarlo tan profundamente, como solo ellos lo saben mirar el cuadro de la pared, que solo ellos saben cómo mirar. El cuadro de la pared.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales