Mi sobrina Casandra parte IV

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III Parte

Habían pasado meses desde mi último encuentro con mi sobrina Casandra. No sé si fue su naturaleza salvaje o mi deseo de pervertirla, pero me tenía completamente embrujado. A estas alturas Casandra y yo ya habíamos hecho todo lo inimaginable.

En una  ocasión lo hicimos en su recámara estando mis compadres abajo. Esa vez ella me llamó con el pretexto de una duda escolar, subí mientras sus papás seguían viendo televisión muy lejos de imaginarse lo que pasaba arriba. Apenas entré, ella me besó con pasión y furia, me desabrochó el cinturón y en un santiamén me bajo todo, se arrodilló, chupó y con un resultado inmediato, se levantó. Me jaló y se volteó recargando sus manos en la cama. Al subirse su falda escolar, me mostró además de que no traía ropa interior, esos labios ansiosos en medio de sus nalgas que ya habían embarnecido. La penetré de una estocada y me aferré a sus caderas. Sentía como contraía su deliciosa vagina. Cuando sus fluidos delataron un orgasmo muy rápido e intenso, pude venirme. Hacíamos un gran esfuerzo por no gritar, por no jadear de placer. Nos besamos de nuevo y en cuanto me arreglé la ropa ella con voz evidentemente sonora para que sus papás escucharan, dijo: “gracias tío, si tengo más dudas ¿te puedo llamar?” “Claro hija, cuando quieras”, contesté también para que me oyeran al mismo tiempo que bajaba las escaleras. Todo eso sucedió en unos 5 minutos.

Lo hicimos en una fiesta en la recámara de los dueños con todas las familias reunidas. Lo hicimos en el cine, lo hicimos en un día de campo, lo hicimos en mi carro, en un salón de su escuela, en una iglesia. Era una carrera desenfrenada por la adrenalina y el peligro.

Si bien salimos invictos, noté en estos últimos días, como mi cuñada, la mamá de Casandra, me empezó a observar con más detenimiento. Yo presentí algo malo y casi muero un día que me cito en su casa para hablar. Pensé en suicidarme antes de que las familias supieran del escandaloso asunto: -tío y sobrina mantienen relaciones íntimas-.

Cuando llegué a su casa ella estaba hermosa. Usaba una falda corta y una blusa muy ligera que transparentaba un brasier muy coqueto. Muy seria me pidió que me sentara. Yo sentía que mi corazón iba a reventar por la ansiedad. Ella se sentó junto a mí y poniendo un gesto adusto me dijo: “siempre te he tenido mucha confianza y he notado que Casandra quizá te tenga demasiada”. Yo me quedé helado, el llanto quería asomar a mis ojos, estaba a punto de hincarme para pedir perdón, para prometer que me quitaría la vida por la vida sexual que había tenido con mi sobrina, con su hija en estos últimos 6 meses. Ella se perturbó un poco cuando vio mi nerviosismo pero continuó. “Casandra me ha contado todo lo que la has ayudado no solo con asuntos de la escuela”. Yo puse los ojos en blanco a punto de desmayarme. Imaginé a Casandra confesando todo a su mamá.  “La verdad me preocupa que Casandra esté abusando de ti, de tu tiempo y de tu paciencia”. Entonces volví del túnel de terror a la realidad y puse cara de “no entiendo nada”. Ella se mostró apenada por la confusión que aparentemente me estaba causando y entonces trató de aclarar más rápido todo.

“Mira, Casandra me ha comentado que ella te confía incluso más cosas que a nosotros. Me ha platicadosobree cómo la has orientado en aspectos sexuales que son tan difíciles de tratar entre padres e hijos”. Yo volvía tragar saliva. “en primer lugar te quiero agradecer porque la verdad se ve la felicidad que le produces a Casandra al ser su confidente”. Volví a respirar y me di cuenta de que había contenido la respiración por casi medio minuto.

“Esto no lo sabe su papá por supuesto, pero Casandra me ha comentado las ideas que tienes sobre el ejercicio de una sexualidad plena y estoy segura de que eso la ha ayudado a no estar con la tensión que tienen los jóvenes de su edad o a hacer cosas que no le convienen. No sé a ciencia cierta si ya tiene una vida sexual activa, pero creo que sí y la veo feliz y segura”.

Suspiré aliviado y con cierto cargo de conciencia, sin embargo ahora sí que estaba confundido. ¿A dónde quería llegar mi cuñada? “Te cuento esto porque quisiera saber tu opinión de algo muy importante en mi vida íntima con tu compadre. ¿Puedo?” Yo tardé en responder unos segundos pues apenas estaba asimilando lo que estaba pasando. “¡Si claro, por supuesto!”

“¿Sabes? Tu compadre empezó a perder hace ya uno o dos años su interés en nuestras relaciones íntimas y hace ya varios meses que no hemos tenido nada. ¿Qué puedo hacer?” Yo traté de pensar rápido y cuando estaba balbuceando un “bueeeno, es queee”, ella me interrumpió y soltó a quemarropa: “¿Es cierto lo que dice Casandra sobre que tú estás de acuerdo con que la vida sexual no debería ser exclusiva con una sola persona?”. “Pueeess ,,,, si ,,,creo que sí”. Continué: “me parece que la sexualidad humana es un regalo de la vida. Creo que todos deberíamos de poder hacer el amor con quien quisiéramos sin esquemas o restricciones sociales estúpidas que limitan nuestro verdadero potencial para el placer”.

Yo mismo me sorprendí de lo que dije. Entonces sucedió algo increíble, ella en un movimiento se acercó y me besó con una ansiedad añejada. “¿Eso nos incluye a ti y a mí?” “Heee ,,, siiii ,,, claro ,,,,peeero ,,,¿estás segura?”. “Ahora solo estoy segura de que quiero que me hagas el amor”.


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