Mi sobrina Casandra parte V
Por Prometea
Enviado el 20/08/2017, clasificado en Adultos / eróticos
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Yo mismo me sorprendí de lo que dije. Entonces sucedió algo increíble, ella en un movimiento se acercó y me besó con una ansiedad añejada. “¿Eso nos incluye a ti y a mí?” “Heee ,,, siiii ,,, claro ,,,,peeero ,,,¿estás segura?”. “Ahora solo estoy segura de que quiero que me hagas el amor”.
Nuestras bocas se fundieron en una sola. Gracias a su holgada falda pude fácilmente poner mi mano en su vulva completamente mojada. Ella gimió cuando sintió mi dedo masajeando su clítoris. Sin dejar de besarme, con la falda completamente levantada y sus piernas completamente abiertas, me desabrochó el cinturón con la misma habilidad que lo hacía su hija. Pensé que era una habilidad heredada. Yo levanté un poco la cadera para que ella pudiera bajar mi pantalón y trusa al mismo tiempo. Cuando vio mi hinchado miembro, con la misma expresión que un niño tiene cuando está a punto de comer su helado favorito, ella se introdujo a la boca mi miembro palpitante. Empezó a chupar con una mezcla de ternura, ansiedad y pasión que no había visto en otra mujer. Se tumbó en el sofá, abrió completamente las piernas en una posición casi acrobática. Sin más la penetré. Estaba completamente inundada, lubricada, ansiosa. Arqueaba su espalda en señal de un éxtasis muy profundo. Procuré concentrarme en su placer para que ella liberara todos sus orgasmos acumulados. Perdí la cuenta de las veces terminó en los 15 o 20 minutos en los que yo la pude bombear sin parar.
Ella de pronto lloraba, de pronto reía, de pronto clavaba sus uñas en mi espalda, metía su lengua en mi boca como si quisiera meterse toda ella. Se salía solo para hacerme una felación apasionada como si fuese a ser la última vez que iba a poder tener un pene en su boca. Me dio las nalgas, la penetré analmente y temí por su cordura cuando se empezó a dar de topes en el descansa brazos del sofá. Me cabalgó hasta estar bañada en sudor. Durante todas estas acrobacias no tuvo recato para estar gritando si parar, para gemir e implorar por más sexo:
“Hazme tuya, hazme tuya,,, más, más, así, así, por favor …. Haaa. ¡Que rico, que rico! … métemelo todo, métemelo todo. Quiero ser tu puta, siiii, me gusta tu verga, me gusta mucho” y volvía a terminar. Era como si una presa rebosante de placer se hubiese reventado y ya nada la podía detener.
Ni siquiera se dio cuenta cuando yo me paralicé de terror unos segundos cuando descubrí que Casandra nos había estado observando a través de un espejo desde no sé cuánto tiempo. La pasión era tal que ni ella ni yo nos dimos cuenta de que Casandra había llegado antes de lo normal a la casa. Mi sobrina inmediatamente se dio cuenta de lo que pasaba y en lugar de reclamar o hacer un escándalo, solo atinó a masturbarse mientras observaba como me cogía a su mamá. Cuando yo ya no pude más y aumenté mi ritmo señalando que iba a terminar, vi como Casandra se bajó la falda, se subió su braga y se arregló, me guiño un ojo a través del espejo cómplice en el que nos estuvimos observando sin que su mamá se diera cuenta y se salió discretamente de la casa.
A mi cuñada la poseí en el suelo, en la cocina y en su recamara. Repasamos todas las posiciones, nos chupamos toda la extensión de nuestra piel. Terminamos exhaustos. Ella me miró un rato como tratando de adivinar alguna señal de reclamo o de arrepentimiento. Después de unos minutos de pensar le dije mientras se vestía. “Eres simplemente maravillosa, no entiendo como mi compadre no siente nada con solo verte”. Ella se apresuró a aclarar. “No quería decirte por respeto a mi esposo, pero él no tiene la culpa. La verdad es que tuvo hace tiempo un problema con la próstata y lo operaron. Quedó con una disfunción eréctil permanente y no tuvo ánimos para intentar nada. Hace unos meses, él en un acto de piedad, de bondad o de amor, me pidió que yo buscara compañeros ocasionales para desahogar mi tensión. Solo me pusoó como condición que él nunca se enterara de lo que yo hacía con mi vida sexual ni con quién me involucraría”.
Cuando salí de su casa pensado en las promesas hechas y en las recibidas sobre más encuentros sexuales, sobre la discreción con su hermana –mi esposa-, de pronto me taparon los ojos con el clásico “Adivina quién soy”. ¡Casandra!
“Hija, yooo, te debo una explicación… tu mamá y yo,,, pues ,,, bueno tu viste, pero –no pude evitar decirlo- ,,, no es lo que te imaginas”.
Para mi gran sorpresa Casandra soltó una sonora carcajada, y sin parar de reír dijo “¿No es lo que yo me imagino? ¿Acaso no fue la cogida del año?”. “Hija calla, te pueden oír. La verdad tú mamá merece todo mi respeto y esto solo fue, pues, como te digo…”.
“Tío chulo. Yo sé perfectamente lo que le estaba pasando a mi mamá. Sé del problema de mi papá pero también de su falta de voluntad para ayudarse. Muchas veces traté de convencer a mi mamá de que se liberará, de que viviera, de que conociera a alguien. Le platiqué muchas cosas que tú me enseñaste. ¡Claro que sin confesar nuestra relación!”.
Ahora comprendía todo.
“Bueno tío, no te podrás quejar. Ahora tienes a la mamá y a la hija. Pero dime una cosa ¿Cuál de las dos coge más rico?”.
“¡Calla por favor!”.
Ella se fue corriendo no sin antes plantarme un beso en la boca sin cuidar de quién nos podía ver. Iba feliz sabiendo que su mamá ahora también lo era.
No pude dejar de pensar que Casandra no era nada egoísta y me fui al primer restaurante de mariscos que conocía. Esa noche tenía reunión con mis vecinos Claudia y Ernesto con los que desde hacía tiempo, ejecutábamos unos hermosos tríos. Sin embargo esa noche iba a ser memorable y distinta: mi esposa iba a participar por primera vez y ascenderíamos de un simple trío a un intercambio de parejas.
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