ANSIEDAD
Otra vez comienzo mi estúpida diaria batalla,
otro acto inútil contra ella y mis terrores.
Fumo polvo, transpiro miedo, exudo humo.
Y la oigo avanzar con sus pies seguros.
Amparadas por la certeza de mi rendición,
zarandeándose siento sus alas de plomo,
su aliento encubierto por mi indecisión,
que me induce a plegar aún más el lomo,
en este insomnio de días sin inicio ni fin,
en estas noches ungidas de temblor y espanto,
en esta rutina que se asemeja en nada a mi,
de la que no logro escapar aunque me arrastro.
Ansiosa la espero.
Ansiosa y no en vano.
Siempre triunfa ella, siempre, y yo claudico.
Siempre. Y una vez más. Siempre. Siempre.
Le entrego mi estandarte y destrozo mis lanzas.
Y quiebro mis sueños, y mi alma, y mis fuegos,
fingiendo que no compartiremos más este juego
de odiarla cada noche y, a la vez, de esperarla.
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