Ejersisicio No 156789°

Recuerdo muy bien, los días, nublados de septiembre, en los que, en la montaña pasábamos juntos, acostados en la misma cama, aguardándonos del frio, en una de la habitación del hotel en el que trabajabas. Recuerdo, que bajo las sabanas nuestros cuerpos se rozaban y yo podía sentir bien las arrugas de tu piel vieja. ¿Tú te acuerdas? Pero como te vas a acordar si seguramente ya ni siquiera te acuerdas de mí. Para ti, seguro, solo fui otro más. Otro más con el que pasaste la noche en el mismo hotel. Porque tú, a tus setenta y nueve años, tienes más pretendientes que muchas mujeres jóvenes. Pero seguro estoy, yo, de que no olvidaste los cuatro meses en los que estuviste enferma, y yo fui el único que estuvo ahí, para darte puntualmente tus pastillas y remedios naturales  y todos los medicamentos, que eran tantos, que tenía un horario escrito en una de las hojas de mi cuaderno de notas. ¿ Te acuerdas tú, de las veces en las que por alguna cosa, se te olvidaban cuando salíamos tus guantes,  y a ti, te daba tanta vergüenza que vieran tus manos y que en tus manos vieran tus dedos chuecos, que te abrazabas de mi, para ocultar las? ¿Te acuerdas que a pesar de eso, yo te decía que te amaba? ¿Y te acuerdas que no me importaba tener que cuidarte, tener que ayudarte a levantar de la cama, tener que prepárate de comer? ¿Y que no me importaba nada de los cuarenta y nueve años, que me llevas? Que aun así te besaba en los labios en cualquier sitio que estuviéramos. Pero todo eso, en cuanto encontraste a un doctor que te operara tus deformidades, te olvidaste de mí y de lo que hice por ti. Y no me importa ya, te quiero decir, porque por fin he encontrado, la solución a tu desamor. Eh decidido, el día de hoy, unirme a la iglesia y encontrar el amor en cristo. Pero por sobre todo quiero decirte, por último vieja bruja, que siento que mi pene no te haya satisfecho.