¿Y si la ciencia...?
Aquella fue la convocatoria que reunió a los mejores sicólogos y siquiatras del planeta. Muchos se miraban con recelo, envidiosos de los logros ajenos. Pero no era el momento de discutir. Debían conseguir una solución uniendo todos sus conocimientos.
Mestér, el primer científico que dio la voz de alarma, presidió la reunión, dirigiéndose a todos los colegas que ocupaban las butacas del inmenso teatro:
- Sabéis muy bien porque nos hemos reunido aquí; Se trata de Fabián, ese niño de diez años que nos lleva de cabeza. Tras el accidente todos temimos que no superara el coma y muriera...
- Esto fue tras descartar toda fe y aceptar la ciencia. Interrumpió un anciano con cara de chivo.
- Así es. Pero ahora nuestro temor es más justificado.
Tras decir esto, se levantó cediéndole el micrófono a un señor de bata tan blanca como su cabello. Este comenzó la exposición sin preámbulos:
- Fabián ha normalizado sus constantes mostrando una mejoría indiscutible. Por lo poco que hemos podido constatar... Pronto saldrá del coma.
- ¿Y tanto debemos temer el despertar del niño? ¿Por qué no esperamos y comprobamos que sucede? Apunto un joven delgado ajustando sus gruesas gafas a la huesuda cara.
- Ya pensamos en ello. Sacudió la cabeza.- No es factible, una vez que despierte no podremos hacer nada.
- Entonces... Insistió el mismo muchacho- Deberíamos decir la verdad al resto de la gente.
- ¡Inaceptable! Estamos hablando de sembrar el horror en todo el planeta. ¡Además! ¿De qué serviría? Cuando hace años mostramos las conclusiones de nuestros estudios... Nadie las creyó. ¡Fuimos tachados de locos! ¡Casi nos linchan!
Un murmullo dominó la gran sala durante unos minutos. El delgado joven se sentó desconcertado. Mestér volvió a adueñarse del micrófono.
- ¡Silencio señores! Solo nosotros conocemos la verdad a causa de nuestros conocimientos. Por eso estamos aquí. Entre todos debemos conseguir un método para acceder a Fabián y prolongarle el coma. ¿Alguno de ustedes ha llegado a alguna solución?
Un siniestro silencio asesinó a los murmullos. Todos se miraban esperando que alguien dijera algo... Por absurdo que fuera.
- ¡Pero es que no se dan cuenta! ¡Será nuestro final! ¡El final de todos y de todo! ¡Si Fabián despierta dejará de soñarnos!
¿...Tuviera otro lado?
Jesús Cano
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