La música de "El Padrino" sonaba tristemente en el local. Esa era, precisamente, la relación que Él tenía con su hermano. El niño la oía mientras trabajaba, obligado a ambas cosas, y le hacía sentirse aún más desdichado. Aún no había identificado la melodía con lo que representaba, tardaría todavía unos años. Solo deseaba que aquello acabase algún día, no muy lejano. Esa no era la vida que pudiera haber previsto algunos años antes. Se vio abocado a ella, impuesto por las circunstancias, sin tener la más mínima culpa.
Los días pasaban y la solución a su encierro no llegaba. Semanas, meses, años y lustros, y seguía encerrado. Al fin llegó el día del enfrentamiento con el padrino, su liberación, algo dramática, pero liberación, al fin y al cabo. El padrino cedió, no le quedó más remedio. Su autoridad se había cuestionado. Había perdido, pero ¿cuánto hizo perder al niño? Muchos años de su vida. Ahora había que pensar cómo agradecérselo.
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