Denunciar relato
Aquello no era como había imaginado. No veía nada. Notaba la fría madera del ataúd contra mi espalda y un dolor cada vez más intenso en los pulmones. Al principio grité. Grité como nunca había gritado, lloré, intenté romper la caja, me hice a la idea de que iba a morir, y seguí llorando. Esperaba inútilmente que alguen viniera y me rescatara, por un momento incluso creí que estaba soñando. No. Claro que no. Estaba solo. Todos me habían abandonado, y ahora sentía como mi alma me abandonaba también, lenta pero inexorablemente, y se iba, para no volver jamás.
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