UN AMOR DE HISTORIA 2
Por franciscomiralles
Enviado el 24/09/2017, clasificado en Fantasía
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...- Vaya. Esta propaganda del Faraón me recuerda a los régimenes totalitarios - dijo Luis.
- Pero ahora que caigo. Tú no eres un viajero cualquiera. Te veo ansioso. Es como si buscaras
algún secreto en nuestros monumentos que no acabas de encontrar. ¿No serás algún ladrón que
viene a saquearnos nuestros monumentos como han habido tantos?
- No, no soy ningún ladrón. He venido a este país en busca del rastro, del inicio de la civilización
humana que está representada en una mujer de gran vitalidad porque la sociedad a la que
pertenezco aunque no se de cuenta está confusa, decadente, y no sabe por donde tirar.
- ¿De veras? Lo lamento - respondió Shinué con conmiseración-. Pero no creas que en mi época
todo duera tan hermoso. Nosotros, continuamente estábamos en guerra contra un pueblo u otro.
El Faraón aprovechaba para reclutar a sus soldados cuando no había cosecha; de lo contrario el
pueblo se moría de hambre; y también sufríamos terribles enfermedades. Y aunque según Ra
todos éramos iguales ante la Ley y debiámos de ser juzgados con justicia y equidad, la corrupción
de los magistrados estaba a la orden del día, porque es sabido que lo que Dios manda es una
cosa, y las acciones de los hombres es otra.
- ¡Caramba! esto no me es desconocido. Por lo visto hay cosas que por muchos años que pasen
no cambian nada - expresó Luis con ironía".
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Seguidamente cuando Luis se desplazó a la caótica capital El Cairo donde muchas casas sólo
constaban de una sola habitación y carecían de agua potable y de alcantarillado, una vez que
éste fue a ver las grandiosas pirámides de Keops y Kefrán, así como la tan colosal como hierática
esfinge de Giza la cual en el pasado estaba pintada de rojo, le salió al paso una elegante da ma
de cuello largo; esbelta de una rutilante belleza, que vestía un transparente vestido negro por
el que se entreveía su cuerpo desnudo. Pues en la Antiguedad la desnudez era la cosa más
normal del mundo. ¿Es que Luis seguía soñando despierto?
" - Bienvenido a este lugar - saludó la mujer.
- Encantado...
- Deseabas verme. ¿Verdad?
- ¿Quién eres? - inquirió Luis extrañado.
- Hace un rato que sigo a tu lado, pero tú no te dabas cuenta. A ver si vas a ser tan cegato
como mi primer marido. Soy el "ba", el espíritu de la reina Nefertiti, y he venido porque sé que
tú me buscas. Que me deseas - se presentó ella.
- No lo puedo creer. Es inaudito. Eres más que una mujer hermosa. Eres la esencia de la
feminidad. No hay nadie como tu - le dijo el visitante emocionado y arrimándose a ella.
- Ya. Pero si me quieres conseguir tienes la obligación de tener fe en tí mismo para vencer a la
adversidad. A las mujeres nos gustan los hombres guerreros. Los que son héroes, y se enfrentan
a un enemigo, porque son ellos quienes dan esperanzas a nuestro pueblo - respondió Nefertiti-.
Esto mismo hice yo hace muchas lunas. Para mi el único dios ha sido siempre Atón que es la luz
del sol, que daba fuerzas a nuestro imperio, y de la que emanaba una nueva forma de vivir. Así
se lo expliqué a mi marido el rey. Pero él no me hizo ningún caso. Seguía aferrado a los muchos
dioses porque en realidad era un cobade, y lo tuve que abandonar - contó la mujer-. Entonces yo
me fui a vivir con mis seis hijas, y mi yerno Tutankamón al castillo de Atón donde allí todo fue
diferente. Me esposé con otro Faraón llamado Akenatón; pude influir en él como no te lo puedes
imaginar, e una revolución religiosa, política y cultural sin precedentes. Los sacerdotes asustados
nos llamaron herejes. Pero a nosotros nos daba igual. Por eso te digo que debes de echarle valor
a la vida si quieres conseguir la felicidad.
- Supongo que al principio te debiste de sentir deprimida cuando tu primer marido pasó de tu
ambisioso proyecto. Al fin y al cabo eres tan humana como yo.
- ¿Cómo dices que me sentí? No sé lo que quiere decir la palabra "deprimida" - preguntó ella
haciendo una mueca de extrañeza, puesto que evidentementela gente del antiguo Imperio no
sabía nada de psicología clínica.
- Melancólica, triste.
- ¡Ah! Sí claro...
- Verás. A la gente le cuesta mucho dejar los viejos hábitos para tomar otros nuevos - dijo Luis
con convicción.
Seguidamente ella abrazó a su interlocutor con una inusitada sensualidad, y se besaron
apasionadamente en la boca, en señal de una alianza afectiva, dando lugar a que Luis se
estremeciese de placer al sentir palpitar el cálido cuerpo de la reina junto al suyo.
- Sepas que yo viviré siempre en tí, si tu te esfuerzas en ganar batallas a la vida - le dijo Nefertiti"
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