UN AMOR DE HISTORIA 2

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...- Vaya. Esta propaganda del Faraón me recuerda a los régimenes totalitarios - dijo Luis.

- Pero ahora que caigo. Tú no eres un viajero cualquiera. Te veo ansioso. Es como si buscaras

algún secreto en nuestros monumentos que no acabas de encontrar. ¿No serás algún ladrón que

viene a saquearnos nuestros monumentos como han habido tantos?

- No, no soy ningún ladrón. He venido a este país en busca del rastro, del inicio de la civilización

humana que está representada en una mujer de gran vitalidad porque la sociedad a la que

pertenezco aunque no se de cuenta está confusa, decadente, y no sabe por donde tirar.

- ¿De veras? Lo lamento - respondió Shinué con conmiseración-. Pero no creas que en mi época

todo duera tan hermoso. Nosotros, continuamente estábamos en guerra contra un pueblo u otro.

El Faraón aprovechaba para reclutar a sus soldados cuando no había cosecha; de lo contrario el

pueblo se moría de hambre; y también sufríamos terribles enfermedades. Y aunque según Ra

todos éramos iguales ante la Ley y debiámos de ser juzgados con justicia y equidad, la corrupción

de los magistrados estaba a la orden del día, porque es sabido que lo que Dios manda es una

cosa, y las acciones de los hombres es otra.

- ¡Caramba! esto no me es desconocido. Por lo visto hay cosas que por muchos años que pasen

no cambian nada - expresó Luis con ironía".

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Seguidamente cuando Luis se desplazó a la caótica capital El Cairo donde muchas casas sólo

constaban de una sola habitación y carecían de agua potable y de alcantarillado, una vez que

éste fue a ver las grandiosas pirámides de Keops y Kefrán, así como la tan colosal como hierática

esfinge de Giza la cual en el pasado estaba pintada de rojo, le salió al paso una elegante da ma

de cuello largo; esbelta de una rutilante belleza, que vestía un transparente vestido negro por

el que se entreveía su cuerpo desnudo. Pues en la Antiguedad la desnudez era la cosa más

normal del mundo. ¿Es que Luis seguía soñando despierto?

 " - Bienvenido a este lugar - saludó la mujer.

- Encantado...

- Deseabas verme. ¿Verdad?

- ¿Quién eres? - inquirió Luis extrañado.

- Hace un rato que sigo a tu lado, pero tú no te dabas cuenta. A ver si vas a ser tan cegato

como mi primer marido. Soy el "ba", el espíritu de la reina Nefertiti, y he venido porque sé que

tú me buscas. Que me deseas - se presentó ella.

- No lo puedo creer. Es inaudito. Eres más que una mujer hermosa. Eres la esencia de la

feminidad. No hay nadie como tu - le dijo el visitante emocionado y arrimándose a ella.

- Ya. Pero si me quieres conseguir tienes la obligación de tener fe en tí mismo para vencer a la

adversidad. A las mujeres nos gustan los hombres guerreros. Los que son héroes, y se enfrentan

a un enemigo, porque son ellos quienes dan esperanzas a nuestro pueblo - respondió Nefertiti-.

Esto mismo hice yo hace muchas lunas. Para mi el único dios ha sido siempre Atón que es la luz

del sol, que daba fuerzas a nuestro imperio, y de la que emanaba una nueva forma de vivir. Así

se lo expliqué a mi marido el rey. Pero él no me hizo ningún caso. Seguía aferrado a los muchos

dioses porque en realidad era un cobade, y lo tuve que abandonar - contó la mujer-. Entonces yo

me fui a vivir con mis seis hijas, y mi yerno Tutankamón al castillo de Atón donde allí todo fue

diferente. Me esposé con otro Faraón llamado Akenatón; pude influir en él como no te lo puedes

imaginar, e una revolución religiosa, política y cultural sin precedentes. Los sacerdotes asustados

nos llamaron herejes. Pero a nosotros nos daba igual. Por eso te digo que debes de echarle valor

a la vida si quieres conseguir la felicidad.

- Supongo que al principio te debiste de sentir deprimida cuando tu primer marido pasó de tu

ambisioso proyecto. Al fin y al cabo eres tan humana como yo.

- ¿Cómo dices que me sentí? No sé lo que quiere decir la palabra "deprimida" - preguntó ella

haciendo una mueca de extrañeza, puesto que evidentementela gente del antiguo Imperio no

sabía nada de psicología clínica.

- Melancólica, triste.

- ¡Ah! Sí claro...

- Verás. A la gente le cuesta mucho dejar los viejos hábitos para tomar otros nuevos - dijo Luis

con convicción.

Seguidamente ella abrazó a su interlocutor con una inusitada sensualidad, y se besaron

apasionadamente en la boca, en señal de una alianza afectiva, dando lugar a que Luis se

estremeciese de placer al sentir palpitar el cálido cuerpo de la reina junto al suyo.

- Sepas que yo viviré siempre en tí, si tu te esfuerzas en ganar batallas a la vida - le dijo Nefertiti"

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