Jennifer 2

A la mañana siguiente, cuando fue al Tiramisú no hubo más Jennifer ni tampoco más Teresa, por lo visto febril en casa. Quedaba claro que la camarera era la intermediaria entre ambos. Pensó en volver para preguntar cuánto tiempo estaría ausente, pues sin Teresa no había Jennifer, pero una vez ya en la puerta detenido, descartó la idea. Teresa tardó una semana en regresar. Con su habitual calma procedió a servirle como siempre. El folio volvía a ser como el del principio, pequeño y amarillo con un ligero aroma a manzana. «Lamento no poder aceptar tu propuesta», decía escueta la primera línea. Pablo se detuvo fatigado por la decepción. Siguió leyendo: «Lo siento, esto fue un error desde el principio», concluía. La dejó caer de las manos y contuvo la respiración. No lo entendía. ¿Qué había hecho mal? Se sentía igual que cuando Miriam le comunicó que quería divorciarse: confuso y sin encontrarle ninguna explicación.
    Se levantó de la silla y fue directo a la mujer que limpiaba la mesa de unos clientes minutos atrás se habían marchado. Tragó saliva y la llamó por el nombre. Teresa se giró impasible y sin que su rostro desvelara nada. Era de tez clara, media melena oscura ondulada recogida en un moño alto desordenado y ojos marrones. Unos centímetros más alta, se sintió acomplejado.
    –Conocer a Jennifer, ¿verdad? –preguntó directamente. Lo hacía. Debía conocerla si casi a diario le dejaba una nota.
    La mujer asintió y suspiró. Dirigió su mirada a una esquina de la cafeteria. Y entonces me lo explicó: Jennifer era su hermana pequeña. Hacía pocas semanas que había regresado a la ciudad y debido a su timidez, en sus ratos libres, leía en el almacén.
    – ¿Pero por qué no quiere escribirme más?
    –Le pediste quedar, ¿no? –preguntó– Mi hermana no se siente cómoda hablando con desconocidos.
    –¿Padece alguna clase de fobia que desconozca?
    –Se siente acomplejada porque es muda.
   

Fin

Comentarios y/o sugerencias, abajo ;)

Más relatos como éste en www.blackinspiration.es