Tú no me entendiste y yo no te entendí, y en consecuencia ambos nos partimos por la mitad.
Qué difícil es hablar con palabras cuando éstas no quieren ser escuchadas, con imágenes cuando éstas no quieren ser entendidas o con gestos, cuando nos cegamos a abrir los ojos y ver más allá de lo que nuestro orgullo quiere ver. ¿Cuántas veces en que los sentimiento son expresados, éstos son incomprendidos, ignorados o ridiculizados por los demás? No me duele que ignorantes patanes o pedazos de carne con ojos de apariencia humana pero de cráneos vacíos no quieran escuchar, entender o ver. ¿Qué me importan ellos cuando es sólo a ti a quién te hablo y sólo eres tú el que debe entender? Tú, el único propietario de un diccionario llamado “único destinatario de mis palabras de amor”.
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