LA CAJA DE PANDORA

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 A mediados de los años 70 mi amigo de la infancia con el que había compartido toda suerte de

acontecimientos se desentendió de mí de la forma más innoble que cabe imaginar.

En consecuencia yo me sentí tan abatido por aquella decepción afectiva que me abocaba a una

absoluta soledad que por las noches no podía conciliar el sueño.

Entonces alguien me sugirió que fuese a un centro de mi ciudad donde se enseñaba a practicar

LA MEDITACIÓN TRASCEDENTAL, que consistían en unos ejercicios de Relajación que estaba

enmarcada en la cultura hindú, la cual contribuía a rebajar la tensión acumulada en nuestro

sistema nervioso central derivada de las situaciones negativas de la vida.

Así que decidí hacer caso de aquella sugerencia, y me entegué a aquella disciplina. Y en efecto, a

los pocos días sentí una intensa paz interior que se apoderaba de todo mi ser, así como también

se me agudizó la conciencia tanto de mi mismo, como de mi entorno, por lo que volví a dormir

con normalidad.

El caso es que en esta vida no hay nada que sea una panacea. La Relajación no elimina los

problemas, sino que ayuda a resolverlos. Por otra parte, la cultura hindú que alumbró a la

filosofía budista que es prima hermana del estoicismo occidental, enfatiza la inhibición del ego

que es el baúl de los deseos, de las pasiones, que siempre son insaciables. Sin embargo dejando

de lado cualquier connotación mística, el ego no se puede eliminar, ya que inevitablemente forma

parte de la naturaleza humana, y nos induce a luchar para mejorar nuestra vida cotiiana.

El ego en sí mismo no es un problema; el problema está en el enfoque desmesurado que se le da

a éste.

Pienso que desde tiempos inmemoriales se ha sobrevalorado excesivamente el área de las

emociones, de la pasión hasta el punto en que se ha convertido en un negocio, tanto para el

deporte, como en la cultura polupar que en ocasiones se ha prescindidode la razón ya que ésta

no es tan llamatica como los sentimientos, y por supuesto con ello también se pierde el sentido

de la sensatez.

En nuestra cultura occidental tenemos el mito griego de Prometeo. Pues los mitos explican de un

modo metafórico y simbólico el talante humano. Resulta que el dios Zeus estaba muy enfadado

con el dios Prometeo porque éste le había entregado a los hombres "el fuego sagrado"(la

tecnología, el arte de la política). Y como Zeus pensaba que los mortales no sabrían hacer buen

uso de este don, encargó a una deidad a que crease a l primera mujer que con su belleza labrase

la ruina de los humanos para vengar el ultraje que Prometeo había cometido con los dioses. De

ese modo nació Pandora cuyo nombre significa "todos los dones", la cual guardaba en una caja

todos los males dela Humanidad; que para mi dichos males tales como el egoísmo, la codicia,

la intolerancia, o cualquier tipo de infundados prejuícios no dejan de ser fruto de un enfermizo

egocentrismo que oculta un complejo de inferioridad, y que está a su vez generado en el seno

de muchas familias. Mas a la sin par Pandora sele ocurrió abrir la caja- prosigue el mito-, dando

lugar a que el nefasto contenido de la misma se desparramase sobre la Tierra quedando al menos

la esperanza de mejorar... Y así  seguimos esperando.

Desde un punto de vista clínico, es cierto que nuestro cerebro tiene un 90% de emocional, y sólo

un 10% de racional. Es decir que primero sentimos, intuímos, y luego pensamos. Por eso hay

quien dice que nos dejemos llevar por nuestros sentimientos, nuestras intuiciones. Pero también

es verdad que el lado emocional  se entremezcla con el lado racional, y ambos se complementan

entre sí para andar por el mundo, al igual como nos adentramos en un lugar oscuro y encendemos

una linterna para saber por donde pisamos.

Porque si seguimos deslumbrados por la egocéntica emotividad que busca por encima de todo el

poseer una cosa, una situación determinada de una manera "heróica", pasando por alto el ser

intranferible, y sin querer ver el trasfondo de las cosas, de  un modo nada realista, sembraremos

la incertidumbre en todos los órdenes para  terminar en el desengaño, y en el desastre, como he

visto demasiado a menudo que es lo que ocurre a nivel social.

Debemos sentir amor por alguien, o por algo. Pues no faltaría más. Pero es muy conveniente

como decían los pensadores de la Ilustración que dicho amor debe de estar matizado por la

razón. Porque de no ser así, el amor puede ser tan posesivo como perjudicial. 

Y ya se sabe. hay amores que matan.

                   


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