Culpable me declaro
de sentir cobardía
de nacer soñando
de vivir sin alegría.
Culpable me declaro
de no tropezar en el camino
de escribir sin saber lo que escribo
y de tener hipérbaton en mis fantasías.
Culpable me declaro,
y culpable seré toda mi vida
si sigo con la melancolía
de la frágil y agria melodía.
Cuando suenen las campanas,
cuando la arena llegue a su final,
¿habré luchado por mi libertad?
¿estaré en ti cuando sea viento?
Vivir en una caja de fría madera no me frena a seguir,
pero vivir sin haber vivido... eso es lo que me da miedo.
Miedo me da si no llego a tener tiempo de poder vivir,
miedo siento si no puedo afrontar el peso de mi culpabilidad.
Ahora te ruego, a ti y a nadie más,
que me dispenses por mis fechorías
y por no saber actuar, muy a mi pesar,
y ahora te pido, que me enseñes a andar.
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