Extrañas maneras de amor

Era propensa a amar con lujuria la sangre me hervía como fuego y el corazón me latía fuerte y rápido como un motor a toda marcha, los labios me sangraban como después de besar mucho, ya no los sentía, ya no te sentía solo podía sentir tus latidos rápidos y respiración cansada quizá habías muerto o quizá nunca exististe. La brisa me acariciaba y yo me dejaba amar por los rayos del sol que me tocaban como quien toca la fragilidad de un neonato; te escuche soltar un suspiro y supe que me sabías culpable, culpable de mi existencia y de mis errores que me tatuaban la piel con tintas de demasiados colores y yo solo respiraba para no dejarme ir, para seguir viviendo.

Ojala estas cadenas suaves y sinceras no me amarraran tan fuerte ojala el mundo no girara tan rápido, ojala no quisiera tanto amarte a mi manera y si lo hiciera un poco más a la tuya. Se erguía ante mi ese monstruo del compromiso que me asustaba en mis peores pesadillas que se comía mi libertad y la vomitaba demasiadas veces. Yo era sexo con amor y tú eras amor con sexo, el miedo era nuestro amor nuestro tercer acompañante tu temías de mi y no te culpo yo también temía de mi y de mis comportamientos absurdos que eran como un lanzado de cuchillos ciego.

Tenía mi corazón conectado a mis viseras y mis viseras al cerebro era un cuerpo que analizaba, un cuerpo que comía letras y versos de libros antiguos y románticos, un cuerpo que amaba como la razón o con el deseo del placer pero sin el deseo de perpetuarse junto a una sola y única alma, me acompañaban los silencios y el humo de los cigarros la burbujas de un vino de la mejor cosecha y aunque estabas ahí, aunque no te dejaría ir nunca tu no me hacías compañía, te llevaba a los rincones y te hacia mío, mío como nunca y ser tuya como siempre ojala me amaras a mi manera, ojala amarte no me gustara tanto, no me acomplejara tanto deseando ser lo mejor de lo peor lo mejor de lo que no existe…