El suicida 1º parte

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No lo soportaba más.

Las deudas, el trabajo, la familia, todo había desparecido definitivamente de mi vida.

Ya no me quedaba nada por lo que luchar, nada por lo que vivir.

Mi vida se había consumido del todo desde que me despidieron del trabajo.

Los primeros meses fueron geniales, ganaba dinero, aún estando sin trabajo, suficiente como para que no se resintiera la economía familiar, pero el disponer de tanto tiempo y sin amigos a mi alrededor, la cosa se torció.

Cada día los bares y yo éramos más y más amigos. Las copas se acumulaban en mi interior y mi cabeza no pensaba ya en buscar trabajo, sólo necesitaba beber.

Y como cabía esperar, sucedió.

Mis borracheras eran insoportables, el tiempo de desempleo se agotó, mi familia sufrió lo indecible por mantenerme a flote y solo yo me hundí en la miseria y la necedad.

No era capaz de sobrevivir sin una copa.

Un buen día el paro se agotó, mi mujer huyo con mis hijos en busca de la libertad. Libertad de la que yo les privé y fui su principal carcelero.

Tras hundirme en la miseria y acosarme las deudas, me vino la inspiración.

- ¿Si me mato, el seguro de vida cubrirá las deudas. ? Mi familia tendría una pensión de sustento y habré recompuesto lo que destrocé en vida. Así decidí acabar con todo por el bien de los que siempre amé.

Ascendí a la azotea de mi edificio, recé una última oración, pidiendo perdón por todos y cada uno de mis males y salté al vacío.

En la caída, desde una quinta planta, pase por casa de mi vecina la del quinto.

Mercedes, es una mujer delgada, de buen parecer, de unos cincuenta años.

Al pasar junto a ella, el tiempo se detuvo. Me vi trasladado a un plano astral distinto.

Siempre pensé que al morir vería pasar toda mi vida por delante, pero estaba equivocado, me estaba pasando por delante la vida de Mercedes.

Vi cada sufrimiento a lo largo de ella. Como la violaba, siendo una niña, su padre.

Como en el colegio, tras denunciar, fue repudiada por sus compañeros, la niña que su padre había dejado preñada.

Vi como su aborto forzado por la pequeña edad, le causó daños internos impidiendo tener hijos.

Vi a su marido, reprocharle no habérselo contado y como la abandonaba sin escrúpulos por haber sido violada y como en el trabajo y las malditas redes sociales, se extendía su historia para mofa de cada inmundo ser que la rodeaba.

Vi como tuvo que cambiar de vida y desparecer de su ciudad, dejando atrás no una, sino hasta tres veces, su trabajo y amistades, pero jamás dio la batalla por pérdida y continuó con su vida, repartiendo sonrisas a cada uno de los que con ella nos cruzábamos.

Volví a mi ser y continúe cayendo.....

Pasé por la cuarta planta y volvió a ocurrir lo mismo. Mi vida continuo en el plano astral paralelo anterior. Allí estaban los López.

Una familia de cuatro hijos, todos unos críos aún y los padres Luis y Cristina.

Luis era un tipo regordete, simpático y servicial, bastaba con pedirle cualquier cosa y ahí estaba el.

Aun recuerdo, que por tres veces, me dejó dinero y la cuarta se negó, porque su mujer salió al paso. Si por el hubiera sido, lo hubiera vuelta a hacer repetidas veces.

Cristina era una madre ejemplar, siempre atenta a sus hijos, a que no estorbasen a nadie, a darle la educación perfecta, pero Mario, el pequeño de los cuatro, sufría una enfermedad que le había tenido a las puertas de la muerte innumerables veces.

Aún así, hacía lo imposible por seguir el ritmo de sus hermanos en cada juego, por más que su madre le regañara, pero ella le dejaba corretear y cansarse hasta la extenuación.

Aunque la enfermedad era incurable, su cariño y dedicación le hacían feliz cada día de su corta vida.

Volví a mi ser y continué cayendo...


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