Más tuya que mía.

Estoy respirando,

pero no lo siento cuando

el aire circula

y;

llenaba de vida

como tú solías,

aunque sé que nunca

fuiste mía,

porque nunca fuiste tuya

y era eso todo lo que temía;

que un día,

todas tus inseguridades y miedos

se volvieran otra vez tu agonía

y tus ganas de terminar con tu tiempo,

aquel que decidiste gastar en mí

siempre con más ganas que deseo

aunque no fuera ningún bien para ti,

porque si algo me enseñó el tiempo

es que la vida no sigue un tempo

y que nada de esto sería cierto

sin echarla de menos

cada vez que despierto.

Y estoy aquí una vez más

para decirte que a pesar

de toda la pena que tengo

te quiero,

aunque nunca encuentre el momento

para decirte todo lo que siento

por vergüenza o miedo,

pero nunca pude ser más sincero

que la sonrisa que me provocas

cada vez que decides

quererte toda

con los matices

que la noche te daba

y te hacían más impresionante

cada mañana,

en la que despertabas,

sin preocupaciones, siendo tú

sin miedo a tus acciones,

sacando toda esa magia

que me cambiaba

de tanta pena y tormenta

a felicidad y calma,

cada vez que me recordabas

que por fin;

después de tanta lava

despegaba y me juntaba

con eso que llaman paraíso,

pero que no conocen;

porque no te tienen.

Y aunque a veces

piense que nada de esto tiene sentido

recuerdo que conmigo te atreves

a darlo todo y prescindir de tus sentidos

que muchas veces te recuerdan que no debes

por todas las otras veces que se han ido

y te dejaron vacía hasta el ente.

Pero por ti,

pongo fin

a mi guerra interna

para ganarte a ti y a mí

y no soltarte ni aunque pierda

pero sé que contigo nunca pierdo

y si digo lo contrario miento

pero no confundas términos,

me pierdo, en tus ojos, y dónde sea

siempre que seas tú la que vea

cada mañana a mi derecha, despeinada

aunque,

siempre más tuya que mía;

más tuyo que mío.

Morí el día que te conocí,

y desde entonces;

siento que me perdí

en los brotes

que florecían junto a mí,

por ti.