Desde entontes la actitud de Clara hacia mi dió un giro de ciento ochenta grados, porque según
ella yo había entrado en el redil; en su "Clan", y por tanto ella ya no tenía que fingir tanta
connivencia conmigo. Por otra parte me había engañado. Resultaba que odiaba la música clásica
que era tanto como decir que aborrecía mi sensibilidad; y el día que la llevé al Palacio de la Música
estaba allí a contrapelo. Por otra parte, Clara que se ganaba bastante bien el sustento en una
peluquería bisex en el centro de Barcelona, reveló en una ocasión que se quería casar con "un
buen partido" - en este caso yo-, para dejar de trabajar. Esto quería decir que si en el camino de
su existencia se topaba con alguien con más recursos económicos que yo, Clara no dudaría en
mandarme a tomar vientos.
La mercantilista mentalidad de Clara partía de la admiración incondicional que sentía por su
hermano quien no tan sólo estaba casado con una mujer muy sumisa y era padre de un niño
pequeño, sino que además tenía un negocio de productos químicos, por lo que Fermín se había
convertido en el Rey Sol de aquella familia, sobre todo para las mujeres cuyo carácter absolutista
lo confundían por una vigorosa personalidad, por una fortaleza de ánimo. En consecuencia, todo
el mundo tenía que hacer lo que él mandaba aunque perjudicara los intereses personales de cada
cual.
Mas lo que a mí más me chocaba era que aquella familia tan encerrada en sí misma es que viviera
anclada en el pasado. Recuerdo que un día en que fui a buscar a Clara en su casa, cuyo interior
estaba decorado con un papel azul oscuro que le daba un aire algo sórdido, para dar un paseo me
encontré a su madre planchando un viejo vestido hecho con encajes de la bisabuela como si de
una reliquia se tratara. A mi me dió la sensación que aquella familia añorase una época ya
desaparecida y dieran la espalda al presente. Asimismo, en un extremo de la pared de la sala de
estar estaba colgado un cuadro antiguo de un antepasado de Clara el cual ¡tenía exactamente
los mismos rasgos fisiológicos que ella! ¿Es que acaso el fantasma de aquel antepasado había
reencarnado en mi novia? Naturalmente que no. Pues se trataba de la herencia genética.
Sin embargo a mí aquella aura tan retrospectiva me daba la sensación de que cuando entraba en
aquella vivienda era como si hubiese viajado en el túnel del tiempo, y me hallara en los años 30,
lo me producía una aguda turbación porque yo al igual que todos no dejaba de ser hijo mi
moderno contexto histórico, y ya había superado a aquel lejano ayer.
Pero lo que a mí más malestar me daba eran los bruscos cambios de humor de Clara. Ella al ver
que no encajaba en las normas de su "Clan"; concretamente que yo no tenía ninguna prisa en
casarme trataba de castigarme emocionalmente con desplantes, con malas caras, y llevándome
la contraria sistemáticamente, hasta que al fin rompí con ella sin ninguna contemplación.
No obstante la cosa no acabó aquí, porque un buen día al salir del trabajo, al tomar el autobús
para regresar a mi casa, se sentó frente a mí el padre de Clara. Por lo visto me había estado
siguiendo como si esperase el momento para pedirme explicaciones del por qué había roto con
su hija.
A mí me entró un escalofrío en mi vientre, y me bajé en la próxima parada. Pues no estaba
dispuesto a hacer ningún espectáculo.
Unos cuántos años más tarde me enteré que aquel niño pequeño que era el hijo de Fermín, el
hermanísimo de Clara, se había hechol un hombre el cual al haber mamado el resentido y
egocéntrico estado de ánimo del "Clan" hacia los que eran de otras tierras, ingresó en un
colectivo xenófogo y secesionista que aspiraba a hacer política.
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