La contrarrevolución monetarista de Milton Friedman siempre termina en fracaso
Por Carlos Delfino
Enviado el 15/11/2017, clasificado en Reflexiones
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La llamada contrarrevolución monetarista es la gran perdedora de esta actualidad. Sus ideas, impregnadas en los bancos centrales de todo el mundo, han provocado el mayor naufragio económico de los últimos 70 años estableciendo un futuro de gran incertidumbre. Si bien los ciclos económicos son tan antiguos como los ciclos comerciales, los primeros han sido causados por profundos disturbios en las prácticas de los segundos. Y cada ciclo implica una nueva ola que intenta levantar lo que destruyó la ola anterior.
Los ciclos progresistas se han caracterizado por una intervención de los gobiernos, y los ciclos conservadores por un repliegue gubernamental. El ciclo conservador que dominaba desde fines del siglo XIX colapsó en los años 30 con la Gran Depresión. A este ciclo le siguió un prolongado ciclo progresista desde mediados de los años 30 hasta mediados de los años 70: cuarenta años. Este período, marcado por el New Deal y la influencia de John Maynard Keynes, es probablemente el período de mayor bonanza económica en la historia humana. Paul Krugman ha demostrado que en este período mejoró la distribución del ingreso no sólo en los Estados Unidos sino en todas las economías emergentes. ¿La razón?: el desarrollo de políticas encauzadas al pleno empleo.
Las políticas que velaron por el pleno empleo a la larga resultaron más eficaces que aquellas que sólo miraban el control de precios. Este único parámetro que imponían a tabla-rasa los bancos centrales, el FMI y el ya alicaído consenso de Washington quedará relegado a la nada. Está claro quiénes son los ganadores con el control de precios. Y también quienes son sus grandes perdedores. Es cierto que la inflación es un mal, un cáncer de la economía. Pero, ¿y el desempleo acaso no lo es? Qué es preferible: reducir un poco el poder adquisitivo, o reducir todo el poder adquisitivo? El verdadero cáncer terminal es este último, porque además se retroalimenta del circulo vicioso desempleo-caída en el consumo-más desempleo.
Por eso que una de las víctimas reales de la actual crisis es la contrarrevolución monetarista inventada por Milton Friedman en su ataque frontal a la revolución keynesiana. El hecho que permitió la arremetida de Friedman fue la crisis petrolera de los años 70, que elevó los precios y llevó la inflación a niveles insostenibles en algunos países. Para Friedman, la inflación era consecuencia de las políticas de pleno empleo y de los gastos desmedidos de los gobiernos que obligaban a imprimir más dinero.
Por eso que los gobiernos tenían que limitarse a mantener “sólido” el dinero y dejar que la economía se cuidara a sí misma. La contrarrevolución monetarista, como se dio a conocer, postuló que sacar al gobierno de la actividad económica permitiría que las fuerzas del mercado (al igual que las fuerzas gravitatorias) convergieran naturalmente hacia el pleno empleo con tasas de crecimiento cada vez más elevadas y con una distribución (vía teoría del chorreo) cada vez más eficiente.
La promesa de esta contrarrevolución monetarista hizo agua por todos lados: no sólo nunca logró el pleno empleo sino que generó uno de los períodos de mayor desigualdad económica. El mito de la autorregulación de los mercados quedó develado y se demostró que las economías de mercado no son naturalmente estables sino que deben ser estabilizadas mediante políticas. Keynes hizo hincapié en la fragilidad de las expectativas sobre las que se basa la actividad económica en los mercados descentralizados: el futuro es incierto y la psicología del mercado es caprichosa.
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