Se sentó a horcajadas sobre él, agarrándose al cabezal de la cama para no perder el equilibrio. Seguía teniéndola dura. Apreció cómo lentamente entraba en ella. Bajaba y subía con facilidad, ayudada por la humedad resbaladiza de su mojado sexo, creándose una caliente conexión entre ambos, fulminándole a la vez con su mirada depredadora.
-Me gusta sentirla dentro de mí.
-Había olvidado cómo era esto.
-Necesitabas una buena follada
Volvió a subir y bajar sin sacarla de su interior, gimiendo de placer. Sabía que estaba proporcionándole lo que necesitaba. Finalmente se corrió con furia, inundando su pozo sin fondo. Ella continuó cabalgando durante unos minutos más, buscando el modo de alcanzar su orgasmo. Gritó con fuerza cuando llegó al clímax, agarrada a sus hombros, clavándole las uñas como un gato en celo.
-Merecías algo así -susurró a su oído.
Saltó de la cama y agarró a tientas la botella de vino, bebiendo directamente de ella. Advirtió por el ojo de buey que el sol se estaba poniendo. Mientras las sombras favorecían el contorno perfecto de su silueta
-Debes partir, ya.
Una hora más tarde ya estaba en casa. El trayecto de vuelta transcurrió en silencio, centrando los pensamientos en lo ocurrido. A pesar de haberse duchado, su piel seguía impregnada del penetrante olor a sexo de esa mujer. La verdad es que no podía apartar ciertas escenas de su cabeza. Escuchaba la voz de la enigmática mujer, susurrándole palabras obscenas al oído. Sufría una especie de pesadilla real, obligándole a reconocer que estaba empezando a perder la cordura...
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