Te imagino durmiendo así

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Te imagino durmiendo así y pienso lo bonito que sería pegarme desnudo a tu cuerpo y acariciar suavemente tus nalgas. Delicadamente, rozando en ocasiones tu sexo, notando su calor y como comienza a humedecerse. Observar como al poco de hacerlo tus caderas empiezan a oscilar de arriba abajo, buscando con ello encontrar el roce de mis dedos sobre tu sexo.
Facilitar el acceso de mis dedos a tu zona íntima.
Y a la vez persiguiendo el roce de tus nalgas con mi polla, que poco empieza a endurecerse.
Estaríamos así un buen rato , besando a la vez tu cuello.
Dulcemente.
Embriagado por el erótico perfume de tu pelo.
Soñando que tal vez despiertes, te gires, y abriendo perezosamente tus lindos ojos, me dirijas una mirada de deseo y me pidas como en un susurro que no pare de acariciarte, que te haga el amor.
Que deseas sentirte llena de mi.
Y será entonces cuando, aprovechando que te has girado y que tus pezones parecen querer atravesar la blusa, deslizo mis dedos sobre ellos y los acaricio describiendo círculos alrededor de ellos, aplastándolos suavemente, pellizcándolos con delicadeza.
Ellos reaccionan de momento, endureciéndose aún más, como si quisieran traspasar el tejido de tu blusa.
A la vez que tus pechos suben y bajan al agitarse tu respiración.
Mientras tanto, más abajo dejas caer a un lado una de tus piernas, mostrándome la excitante belleza de tu sexo que marca toda su perfecta silueta sobre la suave tela de tu tanga.
Tu pierna oscila de un lado al otro, buscando el roce de tu propio muslo con tu coño que notas ya como te arde y se humedece sin parar.
Contemplar tan sensual belleza hace que mi polla comience a dar saltitos, cada vez más dura y empinada.
Se hincha y comienza también a arder de ganas de sentirte.
Te giras un poquito sobre un costado para presenciar como ahora ha alcanzado un tamaño descomunal y sobre la cama dibujas la perfecta silueta de tus caderas y tu pecho jadeante, mientras mueves la pierna que te queda arriba para que tu muslo frote de nuevo tu sexo para darle más placer.
Y lo haces mientras tu mirada lasciva alterna la visión de mi enorme verga con la de mis ojos, a la vez que humedeces tus labios y los mordisqueas.
No hacen falta palabras.
Entiendo lo que significan todos esos gestos.
Cuáles son tus anhelos.
Lo que deseas hacer con esa gran barra de carne caliente que palpita ante tu excitante cuerpo.
Sé que sueñas con sentirla dentro de tu orificio más estrecho, que deseas que sea la herramienta que perfore tu virginal ano, que te haga sentir de una vez como la gran mujer que eres.
Sentirte plena y disfrutar del sexo como una diosa.
Y hacerte volar de placer.
Por eso deslizas una mano hacia la polla y con la yema de uno de tus dedos la recorres a lo largo de toda su extensión, con un leve roce que no hace si no excitarme aún más.
Lo haces desde la punta hasta la misma base, desde donde ya con todos los dedos de tu mano alcanzas los testículos, que manoseas mientras compruebas que al hacerlo la polla se pone de nuevo a brincar.
Tus manos amasan las bolas, que notas calientes y presumes repletas de semen caliente.
Tu mano baja aún un poquito más y con uno de tus dedos acaricias dando círculos mi ano, Estimulando con suavidad.
Al hacerlo mi polla se hincha, inflamada de placer.
Y a la vez percibes como mi ano se dilata un poquito, lo que aprovechas para deslizar la yema de tu dedo en su interior.
Justo entonces percibes como la punta de la polla se hincha de forma evidente y un pequeño chorrito de líquido preseminal empieza a fluir por la punta.
Eso te pone a mil y el roce de tu muslo contra tu sexo es ya más que evidente.
De repente tu mano inicia el recorrido a la inversa y tras masajear de nuevo las bolas una contra la otra , recorre ahora en sentido ascendente hasta alcanzar el centro del tronco. Entonces ciñes tu mano a la verga y la aprietas lo que hace que ya la punta parezca que va a reventar de hinchada que está. Así, con la mano bien firme y apretada, la deslizas hacia abajo, haciendo que todo el pellejo que la recubre baje también, dejando al descubierto por completo la enorme punta de la polla.
Y mantienes así tu mano un buen rato.
Empujando hacia abajo, agarrada a la enorme verga como si fuera una barra.
Sabiendo que muy pronto será tuya, que te perforará la boca, el coño y, quién sabe si por primera vez tu dulce ano.
Que te llenará por dentro y que dará respuesta a tu inmenso deseo de gozar.
Y así con la polla bien sujeta acercas tu boca a la mía mirándome directamente a los ojos.
Y fundes tu aliento con el mío mientras tus labios rozan los míos.
Y nos fundimos en un beso dulce, largo, ardiente, carnoso en el que nuestras lenguas se buscan y juguetean.
Abajo tu mano empieza subir y bajar sin disminuir la fuerza con la que sujetas mi polla.
Mis pelotas saltan al compás de tus movimientos mientras nuestras lenguas se funden la una con la otra.
Mi mano entonces se desliza por tu entrepierna hasta alcanzar tu sexo que bajo el tanga ya empapado te arde y te quema.
Lo acaricio sobre la tela y lo imagino sonrosado y húmedo. Ansioso por sentirse lleno de la enorme polla que agita tu mano.
Separas tus piernas y al hacerlo ya es más que evidente lo mojada que estás pues ya ni el tanga es capaz de contener la gran cantidad de flujo caliente que mana de tu sexo,  que ya moja tus muslos y que chorrea más abajo hacia tus nalgas, alcanzando las sábanas.
Dios, como me excita verte así.
Nuestras bocas son solo una y las lenguas se entrelazan, se buscan y se agitan la una contra la otra.
La pasión y el deseo se desbordan.
Y nuestras manos abajo se afanan en darnos placer el uno al otro.
Desbocados los dos por el ansia de placer.
Aparto el tanga a un lado y lo que veo me deja fascinado: Tu coño chorrea a mares y una constante masa de flujo blanquecino se resbala desde adentro hacia fuera a la vez que tus labios se abren, trémulos, y el orificio de tu vagina palpita vertiginosamente expulsando cada vez más y más flujo.
Te miro y jadeas con una perra en celo, excitada, desbaratada por el intensísimo placer que notas.
Tu cabeza descolgada hacia atrás, tus pechos marcándose en la blusa al ritmo de tu agitada respiración, los pezones prácticamente traspasando la suave tela, como una diosa del sexo.
Deseando ser penetrada cuanto antes.
Sentirte traspasada por la gran polla que aún sostienes en tu mano.
Y eso es lo que me pide tu mirada, mitad deseo, mitad locura.
Pero eso tendrá aún que esperar de momento, mi niña.

 


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