El albañil de la casa con ayudantes I

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Hacía tiempo que Sergio nuestro albañil de cabecera, era amante de mi esposa y mío también. Su potencia sexual parecía no conocer límites. Su enorme miembro hacía las delicias en todos los orificios de mi esposa y a mí me tenía cebado el sabor de su semen y la forma en que me producía un tremendo orgasmo cuando me penetraba y excitaba mi próstata. En verdad sentía que despertaba mi lado femenino cuando ese protomacho me poseía. A mi esposa terminé confesándole que ya los había visto pero que en realidad quería que grabara la mayor parte de sus sesiones con Sergio. Accedió un poco recelosa, pero con el tiempo nos acostumbramos a tener sexo de lo más rico después de ver juntos los videos en los que era masacrada con el tolete de 20 centímetros de Sergio.

Un día me dio una sorpresa. En uno de los videos aparecían 2 personas más aparte de Sergio y mi esposa. Eran dos jóvenes muy bien dotados de máximo 18 años. Ese día cuando Sergio llegó a su cita con mi esposa, no llegó solo. Mi esposa al principio se cohibió bastante, pero al mismo tiempo no dejaba de ver los notorios bultos de esos dos chicos. Parecía que eran de la misma especie que Sergio.

Ella quiso apartarse cuando Sergio la empezó a abrazar y besar. Descaradamente la tomó de las nalgas y ella lo quiso empujar pues no entendía que pretendía exhibiendo su pasión enfrente de los dos jóvenes que solo observan discretamente. Sergio insistió y forzó a Laura a sentir sobre la ropa su tremendo miembro que ya estaba duro como la roca. Ella apenas podía balbucear algo como “espera, aquí no,,, me da pena,,, que van a decir estos chicos”.  Entonces Sergio simplemente le dijo algo que la dejó perpleja y sin saber que decir o hacer: “te vamos a coger entre los tres”. “Pero,,, ¿cómo crees? ,,, no entiendo”. “No tienes que entender nada”. Entonces antes de que ella pudiera reaccionar, él le quitó hábilmente en dos movimientos su falda y la blusa. Ella quedó solo con una tanga de seda blanca y sus preciosos pechos al aire.

Ella se sentía aturdida y apenada. Sergio en un abrir y cerrar de ojos estaba desnudo con su magnífico animal como una mástil. Volteó a mi mujer, la empinó sobre uno de los sillones y colocando un poco de lubricante que traía preparado, la penetró de una estocada. Aunque ya hacía mucho que no era virgen de ningún lado, mi esposa sintió ese dolor tan intenso como la primera vez. Muy rápido sin embargo el dolor de transformó en placer. Vio cuando los dos chicos sin mencionar ninguna palabra se despojaron de su ropa. Se acercaron y uno de ellos puso su enorme miembro en su boca. Sergio la jaló de los cabellos y le ordenó, “chupasela”. Mi esposa que ya estaba más excitada y lubricada que nerviosa, obedeció mamando con suma excitación la verga del más joven, primero despacio y suave, después casi con furia.

En un momento dado, Sergio desensartó a mi esposa y le volvió a ordenar que montara al otro chico que se había estado masturbando mientras veía. Eran tres garrotes de 20 centímetros para ella sola. Completamente mojada, se empaló en el chico que estaba sentado, Sergio la volvió a penetrar por atrás y el más joven se subió al sillón para volver a poner su verga en la boca de mi esposa.

Todo era jadeos y resoplidos. Mi esposa sudaba copiosamente y su sudor se mezclaba con el de sus tres amantes simultáneos. Empezó con uno, después con otro y otro orgasmo. Ella misma no había sabido hasta ese momento lo que era un orgasmo múltiple.

“No paren, por favor, no paren, métemela más duro, más duro”… esto fustigó a Sergio quién parecía que le iba a romper el culo. Su vagina se contraía involuntariamente a un ritmo frenético y su líquido fluía por entre sus piernas. Sentía perfectamente como dentro de sus entrañas, los dos mástiles con los que estaba siendo penetrada chocaban sus cabezas. Se quería comer la tercera verga y se la metió hasta las anginas. De nuevo otro orgasmo múltiple. “Haaa, qué rico, me encantan sus enormes vergas…denme más, denme duro, métanmela toda…toda… hasta adentro”. Esta vez fue tan intenso que cuando terminó de chorrear sus jugos, quedó flácida como una muñeca de trapo. Sintió un tremendo chorro de semen que inundaba su culo, otro más que llenaba su vagina que no dejaba de vibrar y finalmente saboreó el semen de la verga que tenía en la boca.


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