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MORDIDA
Nuria lanzó un terrible grito. Algo le había mordido el culo. No pudo haber sido Juan en un arrebato de pasión, pues en ese momento la boca del chico le acariciaba un pezón.
Él dejó de hacerle el amor, y la miró perplejo a la espera de una explicación.
En el cielo estrellado, resplandecía la luna llena. Pero aún así, ninguno de los dos logró divisarla.
Era una serpiente africana. Muy venenosa. Vino hasta las playas de Almería escondida en una patera cargada de inmigrantes. Fue el único ser vivo que logró llegar a tierra cuando la semana anterior, muy cerca ya de la costa, y en medio de la tormenta, la vieja barca se hundió en el Mediterráneo.
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