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Oculta entre las primeras brumas del día, la ciudad despertaba, lentamente. Sus luces se perdían entre la niebla mientras, una tras otra, se apagaban de nuevo. Ellos ya se marchaban. Seguramente nunca volverían. Como siempre, solo dejaban un rastro de sangre, desesperación y muerte. Para los que sobrevivieron , nada volvería a ser lo mismo.
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