Fuera llovía, dentro llovía, llovía en el bolsillo de la camisa. Llovía encima del tejado, llovía sobre los cipreses, sobre los álamos, sobre la encina, sobre el viejo retrato, llovía sobre la mesa y también debajo llovía. Llovía sobre la carta, sobre el lápiz, sobre la máquina de escribir, llovía sobre el relato, sobre la poesía, sobre la taza de café llovía, también sobre la cuchara y el plato.
Llovía sobre el mar, sobre el barco, sobre el pirata cojo que fue muerto el mes pasado. Llovía sobre el elefante, sobre la muñeca de trapo, sobre la gata pequeña y claro, llovía sobre el pájaro.
La casa producía goteras, al igual que una fábrica de calzado producía zapatos. La casa producía goteras, goteras de todos los tamaños, de todos los colores, en todos los cuartos, sin importar siquiera si era arriba o abajo, en el sótano o en el ático, en el balcón o en el baño.
Fuera llovía, dentro llovía, llovía en el bolsillo de la camisa que estaba guardada en el armario.
Cogió un cigarro, no hacia humo, no hacia llama, estaba algo húmedo, estaba chorreando. Busco el paraguas para guardar el tabaco, las cerillas para guardar el escrito y con él, las palabras.
Pero no tenía paraguas, nunca tuvo paraguas.
Se deshizo el tabaco, se ahogaron todas las cartas, el mechero, la baraja.
Sobre su tumba llovía, también sobre su casaComentarios
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