Mi esposo me entrega...

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Inicio mi relato de nuestra escabrosa pero muy excitante relación de casados, los hombres me consideran muy atractiva y de rostro muy seductor según ellos.

Mi esposo no es un santo y fiel varón, pues sus escapaditas ha tenido, debo relatar que lo que a él realmente le gusta es que yo tenga aventuras sexuales extra conyugales, porque goza infinitamente sabiendo que he sido penetrada por otro hombre, para llegar luego a casa a mostrarle cómo me dejan inundada de semen.

El hecho de que tenga amante no significa que le sea fiel a él, pues no desaprovecho la ocasión cuando se presenta un hombre bien parecido de quien yo sospeche que tiene una buena verga y se den las circunstancias apropiadas para dejarme seducir luego de coquetear e insinuarme, siempre con la colaboración de mi marido que también me entrega muy buenos machos amigos.

Cuando mi amante, Ramiro me avisó a mi celular que lo visitara en el hotel donde estaba alojado en la zona de Madero por su actividad profesional se lo dije a mi marido quien inmediatamente accedió a permitirme asistir a la cita. El mismo me pidió que me arreglara muy sexy, escogiendo para la ocasión ropa interior muy atrevida y transparente, tanga negra de seda dental, vestido negro con falda a la rodilla muy sensual por cierto, acompañada por unas hermosas medias negras con siliconas muy sexys y unos hermosos zapatos negros con tacos de 10 cm. me sentía diosa..!!  Me aplicó el perfume favorito, colocando unas gotas entre mis piernas para que cuando me  abriera totalmente a él y metiera su cabeza entre ellas, disfrutara mi fragancia vaginal, mezclada con el exquisito perfume.

Mientras me vestía delante de mi esposo, él me tocaba por todos lados diciéndome que me quería enviar bien caliente y preparada para que me dieran verga tan pronto llegara al hotel. Me pidió que no fuera a lavarme la vagina luego de que me clavara, pues como ya conté, ese es su privilegio para hacerlo con su lengua chupándome todos los jugos mezclados. 

Salí tipo 9 P.M. Tan pronto llegué al hotel subí al cuarto de Ramiro pues siendo nuestra ciudad de Buenos Aires muy grande, siempre existe el riesgo de encontrarse personas conocidas y mi esposo, siempre me pide que sea discreta. Yo también prefiero serlo, pues en nuestro medio nos tienen como una pareja muy formal que se mueve en altos niveles sociales de la ciudad.

Cuando Ramiro abrió la puerta, se desbordó en piropos sobre mi apariencia e inmediatamente me tomó en sus brazos besándome apasionadamente. Hacía casi un mes que no nos veíamos y me dijo que tenía unas ganas locas de meterme la verga y hacerme gozar como una puta en celo. Le pedí que primero habláramos un rato, tomándonos unas copas de champagne, pues me produce siempre el efecto de desinhibirme permitiendo que afloren todos mis instintos sexuales mas intensos.

Mientras tomábamos las copas, le dije que yo también estaba muy caliente pues mi marido no me daba suficiente verga (lo cual es mentira pues él me monta mínimo 3 veces a la semana), pero que tuviera paciencia para prolongar nuestro disfrute. Dijo que se controlaría siempre y cuando le mostrara mientras tanto mis piernas que como juego tenis están bastante buenas. Nos sentamos frente a frente en sillones cómodos de la sala de la alcoba. Mirándolo a los ojos, separé mis piernas para que mirara mis prendas interiores transparentes, lo cual lo puso a mil, crucé mis piernas permitiendo que mi falda quedara bien arriba exponiendo todos mis muslos y empecé a morbosear diciéndole que más adelante le iba a chupar su verga para que se le pusiera muy grande y dura antes de que me penetrara con ella. Ramiro se sacó la verga, mostrando que ya estaba más que lista para darme. Le pedí que se acariciara de arriba abajo mostrándome el bello miembro que me haría gozar.

Luego de tres copas, mi excitación con tanto morboseo ya resultaba incontrolable y le pedí que se acercara. Se puso de pié a mi lado, dejando su verga al alcance de mi boca. Me introduje su miembro hasta donde pude y le di una buena chupada mientras él acariciaba mis tetas. No pudiendo contenerme por más tiempo, le pedí que me clavara de una vez y tirándome boca arriba en la cama le abrí las piernas para que me montara. Me dijo que primero quería pegarme una buena chupada y se lanzó sobre mi vagina a lamerla apasionadamente deslizando a un lado la tanga. Me giré para quedar en un 69 y durante algunos minutos nos dedicamos a darnos placer mutuamente. Tuve mi primer gran orgasmo, pero en plenas oleadas de placer interrumpió su chupada para montarse sobre mí y clavarme a fondo su enorme verga. Mi orgasmo continuado me arrancó gemidos de lujuria mientras me daba a fondo haciéndome gritar cuando su verga trataba de entrar directamente a mi útero. No tardó en venirse con violentos espasmos, depositando sus chorros de semen dentro de mí. Descansamos abrazados unos minutos recuperando el aliento. Nos sentamos nuevamente y me pidió que me desvistiera del todo mientras él hacía lo mismo, pues en nuestro afán por gozar no nos habíamos tomado el tiempo para desvestirnos. Mientras continuábamos tomando champagne y conversando, abrí bien mis piernas tomando con mis manos los labios de mi vagina para abrirme y mostrarle como escurría su semen sobre un pañuelo de mi marido que coloqué en el sillón.  Riéndome le dije que no se preocupara, que me cuidaría de lavarlo a escondidas cuando llegara a casa. Ramiro no sabe por supuesto que mi marido conoce todas mis escapadas y que ese pañuelo lo haría gozar mucho al tomarlo como prueba de lo que me había metido entre las piernas. No pasó media hora que estaba de nuevo empalmado con la verga como piedra pidiéndome que me dejara montar como una perra en cuatro. Me agaché sobre la cama elevando mi trasero para darle acceso de nuevo a mis profundidades. Intentó metérmelo por el culo, pero me negué porque la noche anterior lo había hecho con mi marido y mi ano se estaba recuperando. Sin embargo, le permití que lo arrimara a mi refregándolo contra mi culo sin penetrarme. Él alternaba pasando su verga por raja y por mi culo. En la posición que me encontraba, podía ver desde abajo como sobresalía su verga cuando la pasaba por mi clítoris. Mis gemidos se hicieron audibles y le pedí que me penetrara de nuevo mi vagina. Me ensartó a fondo desde atrás montándome como una perra hasta sacarme un nuevo orgasmo continuado que duró varios minutos pues él se demoró un poco más que la primera vez para venirse. Ya me encontraba cansada de tanta verga que me habían dado y le dije que me tenía que ir  ya que eran cerca de las 3 am de la madrugada.

Nos despedimos con besos muy intensos y eróticos hasta nuestro próximo encuentro de amantes, me gusta mucho entregarme a él, mientras deseaba llegar a casa para ver a mi marido recién cogida...!


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