LA ESTRELLA DE NAZARET
Por franciscomiralles
Enviado el 26/12/2017, clasificado en Cuentos
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Hace escasos días que fui a un teatro de aficionados que está situado en el barrio barcelonés
Pueblo Nuevo que linda con la Villa Olímpica, en el que se representa cada año la obra algo
teológica "LA ESTRELLA DE NAZARET" que es un drama lírico sobre el nacimiento de Jesús, pero
en el que también han insertado la parábola EL HIJO PRÓDIGO del Nuevo Testamento, cuyo autor
fue un tal Ramón Pámies, que data del siglo XlX, y se estrenó en el año 1903.
El argumento en cuestión es que el diablo Satanás, que no dejaba de ser un desgraciado ente
perdido en la más abyecta soledad, y envuelto en una su soberbia capa como si de un pariente
del conce Drácula se tratara pero que a mí dicho personaje me fascinaba grandemente, se
disputaba con viveza con el arcángel Miguel que estaba interpretado por una hermosa mujer que
tenía una rubia melena, y unos ojos verdes y rasgados; así como vestía una túnica blanca que
aún la embellecía más, a la vez que en su diestra exhibía una espada amenazante, el valor moral
del indeciso Naïm, que así se llamaba el hijo pródigo, quien
había robado a su padre una considerable suma de dinero, y lo había dilapidado haciendo malas
inversiones, o malgastándolo con las furcias más sexis de la comarca, por lo que ahora dicho
sujeto sufría grandes remordimientos por su delictiva acción. Entonces la difícil prueba a la que
sometieron tanto el diablo, como el arcángel, era: El hombre puede cambiar de comportamiento
sí, o no?
Sin ninguna duda tanto el diablo Satanás, como el arcángel Miguel eran dos arquetipos del
inconsciente del joven. El demonio simbolizaba el vitalismo, o el "ello" que es la parte mental
más animal del ser humano, mientras que el arcángel simbolizaba el "superyo" que es la parte
que censura nuestros actos en función de la buena convivencia con la sociedad;o en este caso
con el buen patriarquismo que imperaba en aquel lejano ayer.
Ma cuando parecía que el bien iba a ganar la dura partida, de súbito la obra dio un giro
inesperado.
- Naïm, no hagas caso de los ñoños consejos de Miguel, y sé valiente. Si te has llevado el dinero
de tu padre que es un avaro, sigue tu vida, y no mires atrás. Y si te equivocas en tus cálculos
no te preocupes. Así aprenderás y rectificarás- le susurraba Satanás al oído.
-¡Calla criatura inmunda, y no malogres el alma del pobre Naïm! - le increpó con la espada en
alto el arcángel Miguel.
- El alma de un sujeto se desarrolla con la experiencia de la vida, que es un grado - replicó
Satanás. ¿No te das cuenta que este chaval si quiere crecer, ser él mismo con plena libertad
tiene que matar a su padre como decía Sigmund Freud? Estás completamente desfasado, Miguel.
-¡¿Yo matar a mi santo padre?! ¡Jamás! Seré un sinvergüenza, un vividor, pero no soy un asesino
-protestó Naïm debatiéndose en la gran duda que le embargaba.
- Chico. Tú es que eres tonto ¿o qué? No entiendes nada- le contestó Satanás molesto-. Deja de
darle vueltas al coco, y escúchame. Cuando digo de "matar" al padre, no quiero decir que cojas
una pistola y lo elimines físicamente. Hablo en metáfora. Quiero decir que al menos por un
tiempo rompe con sus preceptos, con su influencia, porque él forma parte de una época que no
es la tuya. El que a él unas cosas le funcionen, no significa que a tí te vayan bien. Así, podrás
verlo como a un ser humano con sus defectos y virtudes.
- Le estás enseñando a ser un egoísta. ¡No se puede robar! - intervino el arcángel Miguel, pero
sin demasiada convicción.
- Es verdad. No se puede robar, porque si las autoridades te pillan vas listo - admitió su
contrincante-. Sin embargo es inevitable ser un poco egoísta, pero sin exagerar.
- ¿Cómo puedes ser tan frívolo Satanás?
- Un poco de frivolidad no viene mal. Pues la solemnidad es lo más aburrido que hay. Y mira Naïm
- dijo el diablo dirigiéndose al hijo pródigo-. Si eres listo, y sabes emplear bien el capital; si sabes
especular y ganar bastante pasta, aunque seas feo, o imbécil todas las mujeres irán detrás de tí,
y los demás hombres te envidiarán. Pero si te quedas en casa con papá... ¡pues tú verás!
Como es de suponer, el público que había en la sala no daba crédito a lo que estaba viendo,
porque rompía con el tradicional texto de otros años. Asimismo el director escénico no sabía si
suspender la función, o qué. Pues el desconcierto era total.
Por lo que me dijo un espectador que estaba a mi lado el actor que interpretaba al demonio era
realmente un inconformista, un escéptico, y al parecer se había refugiado en el personaje para
dar rienda suelta a su modo de pensar. Ciertamente el actor era un "abogado del diablo" de una
forma literal.
No obstante aún hubo otra sorpresa que hizo exclamar al respetable un "¡OOOh!" de estupor.
Cuando Naïm desapareció de escena, porque a fin de cuentas él no había dejado de ser un "niño
de papá" de aquella lejana época, la actriz que encarnaba al arcángel Miguel que cada ves se
sentía más subyugada por la desvergüenza del actor, y del diabólico personaje encarándose con
el diablo le dijo:
- Me voy contigo porque tú me gustas, y sabes luchar en esta vida. Además tienes marcha. Y
si me haces sufrir liándote con otras, ya me espabilaré para que vuelvas a mi lado.
Y dicho aquello que estaba fuera del texto de la obra, ambos se fusionaron en un beso apasionado
en la boca.
Seguidamente, el actor que había interpretado a Satanás se dirigió al público y expresó:
-Señoras y señores. No se escandalicen. Sepan que hoy por hoy, el vitalista diablo es el que está
ganando la batalla, en la lucha del bien contra el mal... Al menos en el aspecto social.
Y el telón bajaba ceremoniosamente, como una burla del destino.
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