Seguía con mi bajón particular. Mi hija, cuando me vio en ese estado, me llevó a la terraza, confiando en que me tranquilizaría. No fue así. Vivía en un estado de angustia total, lo que, llamaban una crisis de ansiedad. Intenté explicarle lo que a mi juicio me pasaba. No era fácil. Eran tantas cosas. Para resumirlo, me sentía sola y así se lo dije a ella. Por otra parte estaba el tema de la medicación o de las porquerías, como yo les llamaba……. Caray que difícil era todo. La otra fase de mi tristeza era la desunión de mis hijos. Tres por una parte y “la peque” por otra. Nada podía hacer ni intervenir, bastante tenía yo con lo mío. Se ve que al final de mi vida, es el precio que tenía que pagar por no querer ver la realidad en su momento………..
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales