¿Cómo te lo decía? Cómo te decía que estaba totalmente colada por ti...Tenia tantas cosas por decirte, que las palabras se atascaban en medio de la garganta. Tan solo quería estampar mis labios contra los tuyos, acariciar tu nuca y enredar mi mano en tu pelo. Cada vez que te veía me aguantaba las patas ganas. Esas mismas que se me iba cuando era tu novia quien lo hacía. La bilis se me subía y lo único que quería hacer era gritar lo que sentía, gritarle que por muchos besos que se dieran, el tenia mi marca grabada y que no la podía olvidar. Pero también me dolía. Me dolía saber que la prefirió a ella quien le dejo por su ex novio. Es tan rastrero que me podre centro náuseas. Lo peor de todo, es que ambos somos del mismos grupo de amigos, por lo tanto en cada salida ella también está. Cuando estoy cerca los ignoro pero cuando estoy cerca de él sin ella, le recuerdo lo patética que es su novia. El me ignoraba y eso me cabreada. En nuestra última salida, fuimos al comer a un restaurante. Eramos por lo menos 15 o más. El se levantó para ir al baño o eso dijo. Sin pensarlo dos veces, dije que yo también tenía que ir. Mis amigas se dieron cuenta pero no dijeron nada. Le persegui. Me quedé en la puerta y cuando fue a salir no le deje. Lo metí dentro.
- ¿Así que esa es la famosa Ainhoa? – pregunte irónica.
Estaba confundido, incomodo, miraba a todos los lados menos a mi y eso era lo que más odia. Pero sobretodo estaba nervioso. Lo estaba disfrutando y mucho. No sabia que contestarme. Sólo asintió. Se acercó para irse, pero no le deje. Me a balance sobre él. Mis labios se chocaron contra los suyos. No se apartó. Pero lo más sorprendente era que me continuo el beso. Nuestras lenguas se entrelazaban, era un beso apasionado, deseado. Oí paso y lo empuje Hasta llegar a uno de los baño. Entramos y cerré la puerta. No podía pensar, solo seguir besando lo. Mis manos traviesas, se metieron debajo de la camiseta, le quite la camiseta.
<< Ya tienes a una detrás>>
<< Ya, pero no es la que quiero>> <<Ya, pero no es la que quiero>>
Sus palabras retumbaban en mi cabeza. Esas palabras que le dijo a una de mis amigas, sobre mi. Esa era yo, a la que no quería. Deje de besarle y me separe. Sus ojos brillaban confundidos y me reí. Una risa pícara.
- Eres muy patético – dije riéndome y disfrutando mi victoria. Acto seguido, salí con la cabeza ignorando al hombre que se sorprendió al verme.
Sabia dos cosas: la primera, que Roberto no valía nada, la segunda que pese a ese comentario absurdo, sentía algo por mi. Cierto es que me temía que se aportaría. Que al besarle, se apartará y eso haciéndome ver que ya no quería nada conmigo. Que estaba con otra y debía asumirlo.
Estaba tan sumida en mi victoria que nada más salir del baño, tropecé con alguien. Enseguida se disculpo. Era un joven rubio de ojos azules que sonreía. Sabia que Roberto estaba apunto de salir y empecé a coquetear le. Por el rabillo del ojo me di cuenta que se mosqueo. Ese, era mi próxima víctima. Iba a pasar ya de el.
Volví a la mesa y el estaba enfadado. Aunque esta vez, era yo quien iba a pasar.
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