EL HOMBRE INVISIBLE
Por franciscomiralles
Enviado el 03/01/2018, clasificado en Cuentos
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Pablo era un maestro de Secundaria en una escuela Pública; de mediana edad, casado y con dos
hijos adolescentes, el cual residía en un pueblo de la comarca del Maresme conocida también por
Barcelona Norte.
Pero su gran pasión era la poesía con cierto acento místico que la había cultivado
desde bien joven, hasta el punto que en una ocasión llegó a ganar un premio en los Juegos
Florales que organizaba cada año el municipio de la gran ciudad. Pues para él la poesía era el
medio más idóneo para expresar sus sentimientos, su pálpito más humano, y animaba a quien le
prestaba atención a que escribiese en un papel lo que sentía, sus emociones según el momento
por el que pasara, porque a su juicio este era un modo de amarse a sí mismo; de tener cuidado
de su persona.
Unos años después de haber ganado aquel galardón Pablo conoció en una Fiesta que se celebró
en el Casino de su localidad a tenor de ser el día del Patrón de la misma, a una atractiva y morena
mujer llamada Rosa que si bien ésta era la encargada de un departamento de ropa femenina en
unos grandes almacenes, pertenecía a un ambiente rural de un pueblo del interior de la
Comunidad, de la que él llevado por su sentido romántico se enamoró, y se casó con ella.
Como es de suponer, Pablo queriendo ser sincero con su pareja le confesó su inquietud
humanista; su amor a la poesía, con la pretensión de que Rosa le admirase su sutil sensibilidad,
por lo que de vez en cuando le dedicaba algunos poemas como si de un Cyrano de Bergerac se
tratara. Entonces parecía que ella agradecía aquellas inspiradas palabras y lo abrazaba
cálidamente. Hasta en un par de ocasiones Pablo que era algo conocido en el mundillo literario fue
invitado a ir a una emisora de Radio para hablar de sus creaciones literarias, acompañadao claro
está por su mujer.
Sin embargo en una de aquellas ocasiones mientras el poeta hablaba, éste advirtió que Rosa
tenía la mirada ausente; era de una vaciedad espantosa; era como si ella oyese llover. ¿Es que
Rosa ignoraba el fuero interno de aquel hombre? ¿Lo miraba pero no lo veía?
Al cabo de unos años, un día Pablo le mencionó a Rosa su vertiente artística.
- ¿Recuerdas los poemas que te dedicaba cuando éramos novios? - le preguntó él.
- No. No lo recuerdo - respondió su cónyuge tajante.
- ¡Pero oye! ¿Es que tienes amnesia o que?- protestó el poeta bastante molesto.
-No digas tonterías. No me acuerdo, y ya está. Mira Pablo. Lo que realmente interesa es el
trabajo, la familia y la salud. Lo demás son cuentos.
O sea: que a Rosa tanto le daba haberse liado con un poeta como con un paleta que cantara jotas
mientras el hombre en cuestión le fuese de utilidad. A eso se le llamaba ser práctica. Y el factor
humano, con la historia personal que conlleva de quien fuera le importaba un pimiento. Para Rosa
su marido era un tipo de carne y hueso que tenía que seguir haciendo rodar la noria de la fortuna
y nada más. Por tanto lo que él le pudiera decir por muy bien expresado que fuese le entraba por
un oido, y le salía por el otro.
¿Tenía que ver esta postura tan a ras de tierra con el rústico origen de Rosa? - se preguntaba
Pablo con frustación.
Mas si Pablo se fijaba con detenimento, en el ambiente circundante vería que éste se movía con
la misma indiferencia hacia el prójimo que la de Rosa, y que era fruto de un exacerbado
individualismo que contratastaba con un sentido gregario colectivo. Se había caído en un prosaico
estado de ánimo que negaba la singularidad de la persona, y nadie reparaba en nadie.
De manera que pablo que sentía la sensación de una persistente soledad tanto afectiva como
social, fue a visitar a un profesor de Filología de sus años de estudiante, a quien él apreciaba
mucho, a ver si le aclaraba algo.
- Según un famoso pensador e historiador idealista de los años 40 llamado Spengler, en el mundo
hay un conjunto de culturas (la Antigüa, la Egipcia, la India, la Babilónica, la China, la Mexicana y
la Occidental) que se desarrollan independientemente las unas de las otras, de un modo vital
como un cuerpo humano. Juventud, Crecimiento, Florecimiento y Decadencia - le explicó su
amigo profesor en su piso-. En el caso de Occidente, se ha entrado desde hace muchos años en
la etapa de la Decadencia, la cual se manifiesta en muchas cosas, sintetizada especialmente en
una exaltación narcisista del sujeto que le hace ignorar, o despreciar a los demás. Si quieres
eludir esta mezquina actitud colectiva, empieza por interesarte por los que te quieren de verdad,
y por los que son diferentes a tí que te pueden enseñar.
Esta es la historia bien real que me contó mi amigo Pablo mientras nos tomábamos un café en
un bar.
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