Tanto que desee poder besarte y tocarte para quietar mi alma, tanto que deseé estar en tus brazos para calmar mis ansias, tanto lo hice que ahora que por fin te tuve, no tengo ni idea de cómo lidiar con tu ausencia. Creí que una vez teniéndote mi sed saciaría y que, vaya, me conformaría. Y bueno, me siento conforme más no satisfecha.
No creo tener suficiente de ti algún día.
Esto del amor a medias no es tan bonito cuando tú eres quien quiere por completo. Tienes que soportar no sólo tu dolor, sino cargar con las inseguridades y actitudes de quien amas. Quién lo diría, siempre creí que eso era una estupidez pues cuando ves que alguien no está seguro de quererte, lo mejor es irte por tu propio bien. O sea, nadie se merece vivir todo ansioso, esperando una miga de amor, una pequeña muestra. Nadie tiene porque lidiar con las putas inseguridades de alguien más, no es sano, no es correcto, ni prudente ni nada.
Pero la vida sabe callar a la gente, y ahora me tocó a mí. Me quedo aquí sin saber siquiera por qué demonios, sólo sé que te quiero y que esperaré por ti aunque no me lo pidas. Me quedo aquí, con la esperanza de que pronto puedas despejar tus dudas y que me quieras tanto como yo te quiero. Yo estaré aquí. Siempre.
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