Las ?mujeres del consuelo? no perdonan al Japón imperial
Por Carlos Delfino
Enviado el 11/01/2018, clasificado en Reflexiones
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Más de 200 mil niñas fueron obligadas a ser esclavas sexuales para las tropas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial.
A sus 87 años la coreana Lee Yong-su, afirma que el Ejército nipón destrozó su vida. En su niñez fue obligada a trabajar en un burdel como esclava sexual para saciar el placer de las tropas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial, según informó el ABC de España.
A sus 15 años, fue raptada una noche mientras dormía en su casa, por los soldados japoneses, y llevada a una base aérea de “Kamikazes” en Taiwán.
“Aunque me resistí cuando me forzaron, me golpeaban y me torturaban con descargas eléctricas”, narró Lee Yong-su.
Durante dos años, fue obligada a atender a varios hombres al día. Hasta que en 1945 pudo regresar a Corea del Sur, fecha para la cual las tropas japonesas se rindieron en la guerra.
Pero, cuando llegó a su casa, su madre la repudió y le dijo que estaba “maldita”. Desde entonces, sobrevivió como pudo sin casarse y con la única ayuda de la Iglesia católica.
Esta misma tragedia la vivió Kang Il-chun quien a sus 83 años, recuerda como fue obligada a ser parte de las “mujeres del consuelo”.
“Tenía 13 años y, tras volver del colegio, unos soldados vieron que estaba sola en mi casa, entraron y me llevaron a China, primero en un camión y luego en un tren con más jóvenes», contó la mujer.
Durante el reclutamiento forzado de esclavas sexuales, muchas familias advertían a sus hijas que se escondieran si veían a los militares, sin embargo, Kang Il-chun no pudo librarse de esta desgracia. Su inocencia fue arrebata justo en el momento en que fue llevada a una base del Ejército en Changchun, al noreste de China.
“Como tenía 13 años, "solo" debía satisfacer a cuatro o cinco hombres al día, pero otras chicas mayores eran violadas a todas horas”, cuenta la mujer, quien aún se acuerda de “una niña de doce años que murió de tantos abusos”.
Cuando terminó la guerra, no pudo regresar a Corea, dividida entre el Norte Comunista y el sur capitalista, por lo tanto, se quedó en China. Fue acogida por unos coreanos que vivían en Changchun, y empezó a trabajar como enfermera.
En 1992, un grupo de activistas elaboró un registro de las esclavas sexuales reclutadas forzosamente por las tropas niponas. Desde 1996, un asilo atiende a una decena de ellas, entre ellas Kang Il-chun.
A sus 18 años, contrajo matrimonio con un chino, con quien tuvo tres hijos. En el año 2000 regresó a Corea del Sur, con la ayuda de un programa de repatriación gubernamental.
Japón debe reconocer estos hechos
Lee Yong-su, católica de nacimiento, y Kang Il-chun se reunieron este lunes con el Papa Francisco en Seúl, para hallar consuelo espiritual a su tragedia.
“Espero que el Papa nos ayude a que Japón reconozca estos hechos”, expresó Lee Yong-su.
Las mujeres pretenden que la visita del Pontífice a Corea del Sur sirva “para dar a conocer este drama”, como señaló Kang Il-chun.
El Papa recordó la triste historia de las 200 mil jóvenes prisioneras, sobre todo coreanas, chinas, filipinas, taiwanesas e indonesias, que fueron utilizadas por el Ejército imperial nipón para elevar la moral de sus militares.
Estas dos coreanas, que hicieron parte de las “mujeres del consuelo” expresan con firmeza que nunca perdonarán a los japoneses.
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