Era feliz

Era feliz. Dios, era tan feliz. Tanto que no me cabía todo en el pecho, que parecía que me fuera a explotar de pura dicha. Era tan feliz con tus brazos alrededor de mi cintura. Tan feliz con tu mejilla sobre la mía, con tu cuerpo en mi cama, con tu calor en el mío. Era tan feliz contigo, con tus charlas, con tus risas, con tus caricias. Era tan feliz teniéndote, mimándote y dejándome mimar, escuchándote, contándote, tocándote la cara. Era tan feliz con todo, con tus miradas y con tus sonrisas, con la suavidad de tu piel y la intensidad del sexo contigo. Era tan feliz sintiéndome plena cada vez que me hacías el amor e inocente cada vez que me besabas, sintiéndome pura al cantarte y lasciva al provocarte. Era tan feliz escuchando tus canciones, que tú escucharas las mías. Era tan feliz oyéndote cantar… Nunca fuiste consciente de lo mucho que me cautivaba tu voz, lo mucho que esperaba, con impaciencia, esas duchas en las que me cantabas al oído canciones de voz rota y corazón amargo. Pero solo me tocaban de lejos. No podían dañarme ni hacerme sentir triste. Porque era feliz. Tan feliz, contigo.

Y tuve que decirte adiós.

Espero poder perdonarte algún día todo lo que ha pasado.

Porque era feliz. Era feliz.