LA OUIJA, LLAVE FATÍDICA 1

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Me llamo Octavio Prats y soy un periodista especializado en fenómenos paranormales de todo

tipo. Por lo que el caso que voy a contar es real.

En el año 1990 del siglo pasado vino a mi despacho una mujer de mediana edad llamada Isabel

que estaba casada con un avispado agente inmobiliario llamado Oriol, cuyo matrimonio residía en

una torre con jardín en Granollers que es un pueblo del Vallés Oriental de la provincia de

Barcelona. Por lo que pude apreciar dicha mujer estaba muy alterada, y sobre todo asustada.

- Verá. Hace unas semanas que vino a cenar en nuestra torre un matrimonio amigo nuestro, y al

término de la sobremesa enseñé a mi amiga el resto de lacasa, cuando descubrimos en un cajón

de una consola que había en una habitación un aparente inocente juego de azar llamado OUIJA -

explicó Isabel con las manos crispadas-. Era un tablero que tenía letras y números escritos en 

círculos; y debajo habían las palabras SI y NO. Supongo que usted sabe de lo que le hablo ¿no?

- Por supuesto que sí - le respondí yo. 

- Entonces, nosotros llevados por la moda del misterio puesto que como decía mi marido la iglesia

ha perdido influencia en la gente, pero ésta busca una trascendencia por otros medios que le de

una esperanza para seguir viviendo- prosiguió ella-, nos sentamos en torno a la mesa frente al

tablero con un vaso puesto al revés, y preguntamos:

"¿Hay alguién ahí?".

"Sí" - respondió la OUIJA.

"¿Cómo te llamas?"- seguimos preguntando con gran emoción.

"Me llamo Adrián"

De repente sucedió algo singular que nos turbó a todos los que estábamos allí. Sonó estridente

el teléfono, y cuando atendí la llamada escuché una voz metálica y muy lejana de un hombre

que nos amenazó con que si no dejábamos aquel juego, lo íbamos a pagar muy caro. Lo curioso

del caso era que nadie de fuera sabía que habíamos estado jugando con el tablero, y decidimos

guardarlo y no pensar más en él por lo que pudiera pasar.

- Bueno. Normalmente cuando uno se engancha con la OUIJA se produce un desequilibrio mental,

en la que una parte del inconsciente del sujeto suele comportarse con  independencia del yo

consciente - dije yo-. Sin embargo tenemos la misteriosa llamada que apunta hacia otra cosa. La

red telefónica está conectada a unas ondas electromagnéticas que fluctúan en el aire, y como

todo es vibración, hasta nuestros pensamientos, es posible que hayáis llamado a la puerta de lo

ignoito.

- Pero es que hay más. Cuando fuimos a la cama para dormir, antes de conciliar el sueño en la

blanca pared de nuestra habitación apareció una carátula evanescente de un tono grisáceo, con

una mirada delirante, y una boca grande que hacía una mueca de burla; era asimismo grotesca e

insolente, y parecía esperar a que yo me durmiera para hacerme algún daño. Esta visión se

repetía en mis sueños en noches sucesivas - tras una pausa expresó-: Señor Prats. Es muy

significativo que desde que nos enredamos con la OUIJA mi vida ha caído en picado, porque mi

marido que siempre fue un hombre muy positivo no tardó en sufrir una fuerte depresión. Dejó de

interesarse por todo; luego pareció recuperarse, y empezó a gastar dinero sin mesura, hasta que

terminó suicidándose con un cuchillo de cocina.

- Su marido padecía una depresión bipolar, que suele ser de orígen genético - argüí yo.

- De acuerdo. Poco después de la muerte de mi marido como me sentía sola, se me ocurrió

consultar una vez más a la OUIJA.

"¿Estás aquí Oriol?" - pregunté.

"Sí. No te abandono" - respondió el tablero.

"¿Cómo sé que eres tú?" - quise saber.

"Nos gustaba ir de fiesta. Tienes que venir aquí donde yo estoy porque el lugar en el que estás

tú es una basura. ¡Anda atrévete a dar el salto!" - me instó.

Enseguida me di cuenta que quien me inducía a matarme no era mi marido, sino el tal Adrián que

se hacía pasar por él, y dejé el maldito juego en el acto.

Posteriormente preguntando a los vecinos de quién había vivido antes en aquella casa, estos me

informaron que en los años curenta había vivido un sujeto llamado Adrián que era adicto al

régimen fascista el cual no vacilaba en denunciar a la Policía a quienes por una malsana envidia

no le caían bien, y que fueran condenados al paredón. Hasta que él mismo cayó en desgracia

entre los suyos y fue asesinado en esta misma torre por un sicario.

Mas una noche en los cristales del mueble-bar de la casa se reflejó la silueta de "alguien". Pensé

que sería un error de mis sentidos, pero entonces en la pared de enfrente que estaba iluminada

por una lámpara de pie, vi proyectada una fugaz sombra; era un bulto deforme, monstruoso, que

de un salto como si fuese un saltamontes se camufló en la zona oscura de la estancia...

                                                


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