Alter ego - Prólogo: Charlie

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Hola! Gracias por pinchar en este relato, estoy seguro de que te va a gustar, pero si no lo has hecho te recomiendo que leas antes la primera parte del prólogo, "Viejo Jack". Podrás encontrarla en mi perfil, un saludo y... ¡Disfruta del relato!
Atte: Mack.

El constante repiqueteo del agua contra el pequeño cubo metálico que había colgado de la agrietada pared había acabado por llenarlo hasta el límite; momento en el que empezó a derramarse sobre la sien de Charlie. El hombre, de complexión fuerte, calvo y sobre la edad de 40 años, se rebulló ligeramente, molesto por la forma en que había sido despertado.

El dolor de cabeza era bastante fuerte ya de por si, pero el hecho de tener todo el cuerpo agarrotado le provocaba unos pinchazos insoportables cada vez que se movía, por muy lento que lo hiciera. Consiguió sentarse al cabo de un rato, estirando los músculos gradualmente para desentumecerlos. Después de incorporarse, se estiró incómodamente debido al espacio tan reducido en el que se encontraba.

Mientras buscaba en el interior de sus bolsillos, Charlie descubrió un objeto que no reconoció, algo metálico y del tamaño de una caja de cerillas pequeña. Al agarrarlo y palpar el relieve que tenía grabado en ambos lados, intuyó que se trataba, curiosamente, del encendedor Zippo de su socio, Jack. Sonriendo, pensó "Gracias, viejo capullo", al tiempo que lo encendía para analizar su entorno.

Descubrió, gracias a la escasa luz que el mecherlo le proporcionaba, que se encontraba en un pequeño cuarto, al parecer de mantenimiento, de no más de dos metros cuadrados; plagado de estanterías llenas de cajas mohosas y material de limpieza colgado de las paredes y tirado por el suelo.

Charlie tuvo serias dificultades para superar todos aquellos obstáculos de camino a la puerta, ya que, aunque se encontraba algo mejor, la escasa iluminación y el dolor de cabeza que tenían le impedían ver y coordibarae como es debido; por lo que tropezó tres veces antes de perder el equilibrio y darse de bruces contra la puerta.

Después de levantarse soltando una sarta de tacos y gemidos, abrió la puerta de un manotazo y, desconcertado, se tapó los ojos al recibir la potente luz blanca que procedía del otro lado.

El hombre se extrañó al escuchar un rumor, una especie de murmullo sordo que parecía provenir de todas direcciones. Sin llegar a acostumbrarse a la luz empezó a buscar de donde venía, pero lo único que vio fue un pasillo vacío y monocromático, con un par de puertas metálicas a cada lado.

Apenas empezó a caminar se dio cuenta de que el rumor aumentaba a medida que iba avanzando, lo cual, además de confundirle, no le ayudaba a mitigar el dolor de cabeza. Las paredes, por otro lado, estaban pintadas de un color blanco muy limpio, por lo que reflejaban intensamente la luz y le impedían levantar la vista del suelo de hormigón.

Casi se le había acostumbrado la vista cuando llegó al final, y empezaba a vislumbrar las letras verdes de "SALIDA" que había sobre la puerta que tenía delante cuando el rumor se volvió casi insoportable.

Propinando a la puerta un fuerte golpe para abrirla, Charlie cerró los ojos mientras gritaba tratando de mitigar el dolor de cabeza que le provocaban aquellas voces.

Y, de repente, cesaron.


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