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Y me medicaron. Así estaba yo, tranquila pero dormida, en términos médicos y para no dar demasiada “guerra”: dopada…… “La Peque” llegó un poco antes de comer. Venía de trabajar. Nos dio tiempo a subir a la terraza y tomar un poco de agua fresquita, que me encantaba. Estaba a gusto, muy a gusto. Ella intentaba animarme. Le miré, y un desanimo se apoderó de mí. Me di cuenta, que en mi estado, no sabía cómo transmitirle todo lo que pensaba de ella, como expresarle y enviarle, un ánimo por seguir adelante, del que yo carecía. Quería que supiese, que esta situación o “episodio”, como le llamaban los entendidos, era eso, solo un capítulo más en el declive de mi vida.
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