Colín nació al sur de América. Si bien, creció en compañía de sus padres, fue su abuelo Beltrán quien pasaba la mayor parte del tiempo con ella. Al llegar Marzo, la niña tenía su primer día de escuela. Beltrán la acompañó hasta la entrada, y luego se limitó a decir un par de palabras:
-Cuéntame todo cuando vuelvas.
Pasaron las horas y Colín llegó a casa, con su bolso lleno de revoltijos de chucherías y demás. Tras dejar las cosas, fue al jardín trasero a buscar a Beltrán, que estaba regando las plantas.
-¡Abuelito, abuelito! Hice muchos amigos y los profesores son muy simpáticos. Nos preguntaron que queríamos ser cuando grandes. Había de todo, cocineros, mecánicas, enfermeros, arquitectas. Yo contesté piloto de aviones.
-Me alegro querida, tú puedes ser lo que quieras.
La mirada de Beltrán parecía melancólica, como perdida en recuerdos pasados. Algo que no paso inadvertido por Colín.
-¿Qué pasa abuelito? No me gusta que estés triste.
-No estoy triste, dulzura. Es solo que, me gustaría contarte algo, vamos adentro.
Se dirigieron a la sala principal. Ahí Beltrán, con un poco de dificultad, se sentó en el diván y luego acomodó a la niña sobre sus piernas.
- Sabes, Colín, no siempre fue así. Hasta hace un tiempo, habían muchas diferencias entre hombres y mujeres. Machismo, le decían. Probablemente, décadas atrás, te habrían dicho que esa no era profesión para una mujercita.
-Que tonto eso.
-Sí, es tonto. Además, sólo podías jugar con muñecas y vestir de rosa. Debías aprender a cocinar, lavar y limpiar el hogar.
-A mi amigo Jeremías le gustan las muñecas y el color rosado.
-Exacto, y está bien.
-Abuelito, me dan un poco de miedo esos años.
-Tranquila, mi vida. Eso nunca más va a pasar, gracias a la acción de mujeres y hombres que creían en la igualdad, cuando la adversidad les dijo que no era normal, que el rol de las féminas era el hogar y la maternidad.
-Prométeme que voy a cumplir mi sueño de ser piloto.
-Espérame un momento.
Beltrán fue a una estantería que se encontraba en la esquina de la habitación. Sacó un block de notas, y escribió lo siguiente:
"Muchachita,
brazos fuertes de mujer,
nunca olvides,
lo que te propongas lo puedes hacer".
Enseguida, lo dobló y lo depositó en manos de su nieta.
-Guárdalo muy bien y échale una mirada cada vez que sientas que no puedas hacer algo.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales