La muerte, en su compleja perpetuidad y
después de caminar durante milenios varias vidas humanas
decidió enamorarse de un mortal.
Éste, sumido en su simplicidad y acostumbrado siempre a lo ordinario de su existencia,
no comprendía la magnanimidad del regalo que le ofrecía la muerte quien en muchas
ocasiones le otorgó deseos incluso más allá de sus propias capacidades inmortales.
Sin embargo, aquel que siempre estuvo sumergido en lo ordinario no logró jamas que sus
deseos trascendieran más allá de ello y permanecía despreciando el afecto infinito de la
muerte y saciando sus deseos humanos con algo tan ordinario como él.
Al final, la muerte tomo una decisión; encontrsrse con él solo en el momento
que tuviera que mostrarle el camino para trascender al siguiente plano de la existencia.
Ella esperaba paciente como siempre el momento del reencuentro
sin imaginar que alguien tiempo atrás murió deseando saber
cómo hubiera sido ser amado por la muerte aunque fuera solo un breve instante.
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