EL HOMBRE QUE MATABA LAS PALABRAS

Porque la poesía estaba llena de colibríes decidió suprimir la palabra de todos sus poemas. Luego, al ver lo inútil de su esfuerzo, optó por sacarla del diccionario de la Real academia de la lengua. Así lo quiso hacer luego con la palabra soledad, lo intentó más tarde con la palabra amor y luego con todas las palabras que encontrara en los versos de los poetas que habían escrito versos antes que él. Y así, cada vez, al sentarse a escribir encontraba menos palabras para nombrar las cosas y era necesario volver a llamarlas de otro modo. Pero no encontraba tales términos capaces de renovar el idioma de la poesía. Comprendió entonces que su misión ya no era la de introducir un lenguaje nuevo, sino era la de expurgar los términos mal usados por los poetas de todos los siglos. Así pasaron años y al darse cuenta de su ineptitud, de su imposibilidad, al ver a los colibríes robándole el néctar a las flores y para su aplastante rabia seguían llamándose por este mismo nombre optó por una decisión más radical: había que exterminarlos de la faz de la tierra para poder desaparecerlos de la poesía.