Entrevista de trabajo

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Mañana tengo una entrevista de trabajo de las típicas a las que uno va con un montón de personas con la esperanza de ser en algo diferente y destacar. No importa si la entrevista es de astronauta o de Barney, siempre quieres destacar. La noche anterior es algo complicada, hice todo tipo de pelotudeces durante el día, entre las que cuenta tratar de sacarme los calzoncillos sin sacarme los pantalones. A las dos de la mañana me doy cuenta de todo el tiempo que perdí por dármelas de Mr. Bean. Sigo con la misma barba y todavía no he buscado camisa ni zapatos. Como llevo un tiempo sin trabajo baje de peso, las camisas que usaba ahora me serviría de saco de dormir o de mantel de cumpleaños, pero de todas maneras al día siguiente el despertador estará dos horas antes para alcanzar a planchar y rasurar. Me acuesto temprano y mi pareja ya ronca, pero yo no puedo cerrar los ojos. La luna se ve tan divertida, me da hambre de la nada, quiero hacer ejercicios o tomarme un vaso de leche y de repente ya son las 5 de la mañana. Mierda! Siempre me pasa lo mismo.  

Me quedo medio dormido cuando suena el despertador y corriendo me afeito, mi cara tiene más cortes que el rostro de Freddy Crueger. Con lagañas todavía en los ojos termino con suerte de afeitarme y ya tengo la plancha encendida, así que trato de no quemar la camisa, como tengo menos tiempo que eyaculador precoz en una orgía, no alcanzo a desayunar muy bien y salgo con dolor de estomago. Si no llego justo a la hora perderé una nueva oportunidad para ser mejor persona. Llego dos minutos antes y me siento feliz, por lo menos no me sentiré culpable al fin del día mientras me coma la última lamina de queso vencido. Hay dos opciones en las entrevistas: ser el único vestido con camisa o el único sin camisa, de todas maneras prefiero ser el único vestido con camisa, creo que así por lo menos demuestro que tengo algo de interés, a menos de que sea una entrevista para una tienda deportiva o un topless.  

La entrevista era para las doce del día, ya son las 13 horas y nadie se hace presente. Es un momento algo incomodo, todos se miran las caras por tres segundos y luego dejan de mirarse por la vergüenza o por el desafió de mirar al contrincante, al que te quitara la opción de dejar de ser cesante. Tengo tantas ganas de comprar un kilo de marraquetas y un cuarto de salchichón cerveza, que los miro a cada momento con más rabia. Creo que una de las técnicas de selección es hacernos esperar más de una hora, así quedarán a la espera los que no tengan mucho que hacer en sus casas y por obviedad los que tengan vida se irán lueguito. Es igual que dar la PSU, No eligen al de mayores capacidades, sino que al que tenga más tiempo para esperar y memorizar su discurso. Si tartamudeas de manera enfermiza, dices insultos a gritos, tienes arrebatos sobre los jefes antiguos o eres extranjero que admite rebeldía frente a la autoridad, es posible que el trabajo nunca vaya a ser tuyo. Es mejor decir: haré todo lo que me pidan, mis pretensiones de renta no son muchas y quiero estabilidad para surgir en la empresa junto a mis siete hijos.


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