Enfermos

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Ocupaban la habitación de un hospital dos enfermos, uno de ellos muy mal de salud, Juan, y el otro, Pedro, recientemente operado traumatológicamente, después de haber sufrido un accidente de tráfico que lo tendría en cama totalmente inmóvil, durante mucho tiempo.-

                Como pasaban mucho tiempo solos en la habitación, una vez realizadas las visitas médicas y de enfermerías de rigor, además de realizar los correspondientes tiempos de meditación, buenos deseos y buenos propósitos, aún habían tenido tiempo para todo tipo de conversaciones entre ellos.- Hablaron sobre los hijos, la familia, el trabajo, las vacaciones, los hobbies. Conversaron sobre el futbol y los deportes, sobre los políticos y demás personajes y fueron todas estas sinceridades las que contribuyeron a que entre ellos dos naciera una buena amistad, que hacía más llevadera sus estancias en tan incómodo lugar.-

                Juan ocupaba el espacio de la habitación que estaba junto a la ventana, mientras que Pedro ocupaba la parte interior.- Como Pedro no podía levantarse, ni siquiera incorporarse en la cama, debido a sus lesiones y traumas, Juan le servía de reportero que le informaba de todo lo que sucedía fuera del edificio.-

                Todas las tardes, cuando los visitantes y familiares de enfermos abandonaban las habitaciones, después de visitar a sus familiares y deudos, y el hospital quedaba tranquilo hasta la hora de la cena, Juan le contaba a Pedro todo lo que acontecía fuera de aquellas cuatro paredes.- Sentado en su cama, veía desde la ventana un extenso jardín con gigantescos árboles que adornaban, junto con matorrales y plantas ornamentales todo el jardín.- En él observaba como disfrutaban niños jugando en sus columpios, toboganes y demás aparatos infantiles, vigilados directamente por las buenas miradas de sus respectivas mamás que no les quitaban ojos.- En las glorietas y pérgolas más alejadas del bullicio infantil, las parejas de novios se contaban sus cuitas y asuntos, soñaban con sus futuros y entre tantos preciosos proyectos se comían a besos y se prometían amor eterno.-

                En un gran lago, en el centro del jardín se bañaban patos y ánades, que junto con los peces de colores que lo habitaban,  hacían las delicias de los ancianos y paseantes, que en sus orillas los observaban.-

                Todos estos relatos los hacia Juan a Pedro, con todo lujo de detalles y con una exquisitez extrema, que parecían vivir aquellas pintorescas escenas.- Pedro por su parte, postrados en su cama, podía cerrar los ojos e imaginar todos los relatos que Juan le narraba y obsequiaba, cada tarde.-

                Una de aquellas tardes, Juan le describió un desfile cirquense que pasaba justo bajo las ventanas del hospital y Pedro, a pesar de no oír la música del desfile, ni los vítores y gritos de las gentes,  imaginaba todo lo relatado, veía a los payasos y malabaristas, domadores y equilibristas, payasos y contorsionistas y su mente podía captarlo todo con una excelencia de  detalles inimaginable.- Así iban pasando los días y las semanas y los dos enfermos continuaban disfrutando con sus relatos y anécdotas.-

Una mañana, cuando despertó el día y las enfermeras visitaban a los pacientes para realizarles sus matinales operaciones de aseo e higiene, una observó que el paciente de la cama junto a la ventana, se mostraba inmóvil, sin que su cuerpo ejerciera movimiento alguno.-

Ésta sorprendida avanzó hacia la cama y pudo comprobar como Juan había dejado este mundo, tranquilo y en silencio durante la madrugada,  y su cuerpo yacía totalmente inerte, en aquella cama que tantas satisfacciones e ilusiones había despertado en su compañero y amigo.-

                Una vez que fue retirado el cuerpo del finado y haber limpiado y desinfestado toda la habitación, volvió Pedro a la misma, para continuar con su convalecencia.-

                Éste quiso vivir por sí mismo todos los relatos a los que Juan le tenía acostumbrado y por dicho motivo, solicitó a la enfermera jefe, que le trasladaran al lugar de ocupó Juan, junto a la ventana, para poder tener la dicha de vivir por sí mismo, aquellas experiencias.-

                Una vez ocupado dicho lugar, se incorporó y estiró su cuerpo lentamente y cuanto pudo, hasta que consiguió que sus ojos divisaran el otro lado de la ventana.-

                Cuando descubrió que al otro lado solo existía una pared alta y blanca, llamó urgentemente a la enfermera para preguntarle que pudo obligar a Juan a contarles tantas maravillas y vivencias que él observaba, a través de dicha ventana.- Ésta le dijo que lo único que este hombre quiso, fue “darle ánimo”, y hacerle más fácil su trauma, ya que Juan era ciego y no sabía siquiera que allí existiera ese muro, que de ninguna manera podía ver.-


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