Esta es la historia de la inigualable mujer que adoraba la palabra. Vera, esta fantástica señora, la llamaban “mujer valium” vivía en un lugar muy ¡guay! Llamado El Redondo en la costa. La señora valium tenía 3 hijos y vivía con un alguacil con una mala cara que puede tener un trabajador del ayuntamiento, fíjate si tenía cara de sieso que se pegaba todo el santísimo día encerrado en el garaje jugando a la videoconsola.
Su nombre completo era Francisca Nocta Mic, nombre que le viene al pelo, tenía el don de a taladrar y agujerear el cerebro de todo ser humano que se encontrara. La gran Francisca tenía problema para controlar sus inmensas ansias de hablar por derecho, sin importarle nada lo que dijera los demás. Se pasaba horas y horas hablando sin parar. La gente que conocía a Francisca corría de cera en cera como si hubiera visto al yeti que nadie ha visto, aunque si la señora Nocta se cruzara con el yeti, el yeti correría como Usain bolt sin rumbo.
En vez en cuando quedaba con algunas mujeres que conocía de la infancia y aquello era un evento colosal, Francisca las atornillaba a historias inacabables sin sentido. Torturas tras torturas sicológica, que hacía ha Francisca la más grande de todas las mujeres. Tanto era el sentimiento y ganas de hablar que no dejaba que nadie la interrumpiera, no escuchaba ha nadie, ni siquiera a ella misma.
Una vez se encontró con un grupo de conocidas en el parque del barrio y se pusieron a conversar, pues bien, la charla termino vente días más tarde. A una de las criaturas le hablo tanto, que falleció por falta de oxigeno en la sesera, otra de ella murió repentinamente, nunca se supo las causas de la muerte y la otra conocida salió corriendo del parque de un susto (de los qué se siente) la cual corrió a buscar sus ahorros de toda la vida, para gastárselo en sicotrópicos y así morir de una gran sobredosis, para no escuchar mas ha francisca.
La señora valium se quedo muy desamparada y sola y decidió por su cuenta torturar a los viandantes con conversaciones interminables y, de unos aburridos cuchicheos de locura.
El alcalde del pueblo se percato de que había una divulgadora fuera de lo común. Se habían hecho eco en un recorte de prensa. la innata habilidad que tenia esta señora de hablar. Un día recibió una carta muy interesante, en donde la instaba a dar un discurso en la universidad de Huelva, ante 4000 personas. Aquel día cambio todo para ella. Se estudio concienciada mente todo el tema a tratar.
El tema a exponer era “COMO GESTIONAR EL TIEMPO” y explicar a los asistentes como controlar el EUSTRES que es estrés positivo y también el DISTRES que es el estrés negativo.
Mientras tanto sus hijos se había liberado del poder que tenia valium y a su vez, su marido seguía atrincherado lunáticamente en el garaje descargándose películas de estrenos y algunas que otra para adultos
El día había llegado; se acicalo, se afeito las axilas, se puso el vestido de los grandes acontecimientos, se maquillo, se miro al espejo y se dirigió a la universidad. Ya delante de la multitud, alzo la vista y se dispuso a leer el discurso que tanto había requetepasado. Respiro y…no le salía palabra alguna, lo intento de nuevo pero no había manera alguna que le saliera sonido.
Decidieron hacerle un estudio, un grupo de neurólogos de la misma universidad, haber porque razón no podía articular palabra. Le pusieron un casco repleto de cables de cables para así poder extraer toda la información de aquella inigualable mujer. Los resultados fueron extremadamente alentadores. Hablo tanto a lo largo de su vida, que se le había fundido el audio de por vida. Estiro tanto la boca que fulmino el sentido del audio.
Valium no se lo podía creer, no acepto los análisis que le habían hecho y entro en una profunda y desmesurada depresión. A los cuatro meses empezaron las consecuencias; primero se le seco la lengua, después la boca, luego el cuello, hasta que se quedo tiesa y se convirtió en una estatua de arroz.
Al final los familiares se quedaron sin palabras (valga la redundancia) por fin, la señora Nostac servía para algo. Los familiares celebraron aquel inesperado hecho. Hicieron una fiesta que quitaba todo el sentido; compraron carne, embutidos, refrescos y cervezas y festejaron hasta altas horas de la noche junto a la estatua de Francisca Nocta Mic.
Al final los familiares no sabían que decir, se dieron cuenta de que ellos tampoco podían hablar, de repente se produjo un silencio sepulcral. Empezaron a mirarse unos a otros y comenzó la incertidumbre entre ellos y comenzaron a ingerir Tranquimazin tras Trasquimazin hasta que murieron todos.
Al final (como siempre) la policía local del pueblo hizo una investigación y dedujeron que había sido un suicidio colectivo.
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