DE LA GLORIA AL INFIERNO
Por Luis Ignacio Muñoz
Enviado el 09/03/2018, clasificado en Drama
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En el momento cumbre de su fama como cantante alcanzó a olvidarse de ese pasado anómalo entre la pobreza, el desprecio y la soledad de la adolescencia y se entregó a todos los lujos y despropósitos que el dinero y la fama le traían día a día con las ventas millonarias de los discos y los delirantes conciertos que alborotaban noche a noche las ciudades que visitaba de manera tan fugaz que a veces solo le quedaba el vago resplandor de un conjunto de luces que se veían desde los aviones prestos a aterrizar. Luego eran automóviles que lo arrebataban de las turbas de seguidores enloquecidos y el acoso incesante de la prensa que lo asediaba con cámaras y micrófonos y su voz y sus canciones acaparaba toda la atención hasta repetirse en las voces delirantes de las multitudes.
Esto se volvía una huida constante de cada escenario apenas despedía un concierto y de nuevo era sacado con todas las medidas de seguridad para evitar que lo devoraran aquellas hordas de barbaros que se le aparecían camuflados en las pieles y vestimentas de miles de mujeres hermosas. Nada más sublime y a la vez aterrador cada día y en cada instante. Entradas y salidas de hoteles, comidas intranquilas e inconclusas en tantos restaurantes y las orgias de mil y una noches de desaforada pasión que no parecían tener fin. Y sentía haber sido feliz entre aquel remolino turbio de multitudes y velocidad.
Pero fue pasando el tiempo y llegó el momento de la decadencia y los discos dejaron de venderse y fueron disminuyendo los viajes a conciertos. Llegaron días de desprestigio por parte de aquellos periodistas que un día lo asediaban en todas partes mientras iba llegando el olvido en su amarga envoltura de ingratitud y desprecio en las mismas caras y los mismos lugares que antes lo aclamaron. Los mismos que al principio hablaban con tantos y tantos elogios hoy convertían su vida en un caudal de chismes y mentiras. Comprendió al fin que ahora estaba solo y olvidado en las mismas calles que se desbordaban de gente en espera de un autógrafo o siquiera tocarlo por un instante. Recordó entonces una imagen remota en la memoria de algunas zonas de la amazonia colombiana en la que miles de hormigas criaban y engordaban gigantescos güios que luego devoraban sin compasión y una frase oída no recordaba donde lo sacudió con la violencia de un trueno “en este país se crean ídolos para destruirlos”
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