Era una lámpara encedida

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     Era una lámpara encendida. Un amanecer despejado, un día claro, una noche estrellada, un camino sin piedras, una flor en un bosque, una ardilla en un árbol, un oasis en el desierto, una nube de verano, un sol en el invierno.

Era una lámpara encendida. Un amor sin distracciones, un tren siempre adelante, una ola marina, pequeña y reconfortante. Un arrullo de un pájaro, una rosa sin espinas y un limonero tan alto que casi tocaba el cielo.

Era una lámpara encendida en una noche oscura, iluminando el camino, iluminando mi vida.

Que no tropieces mi niño, cuidado que no te caigas. Que las noches son muy largas y los días son eternos. Mañana cuando amanezca aun estaré despierta, cantándote una nana para cuando abras los ojos, primero veas mi cara, y no te asustes mi niño, de esta vida que es amarga.

Era una lámpara encendida, encendida junto a mi cama, encendida en mi camino, alumbrando toda mi casa, alumbrando toda mi vida, alumbrando toda mi alma.

Que no tropieces mi niño, cuidado que no te caigas.

Era mi madre, también la tuya, asomada a la ventana esperando ver tu luz que es la suya que se escapa.

A la nana nanita, nanita nana, que mi niño se duerma que no le despierte nada, que no haya miedo en su sueño solo risa y esperanza.

Era una lámpara encendida. Era mi madre, también la tuya.

Que no tropieces mi niño, cuidado que no te caigas.


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