Resulta que pasaron unos cuantos días, del intento de asesinito a esa bella yegua pia. De manera que, intuía que los responsables de los hechos no venían de la costa sino del pueblo. Así que, todas las mañanas, en vez de hacer las pequeñas compras diarias en la costa como solía hacer, las hacía en el pueblo porque el presentimiento era tan fuerte que estaba segura que los sinvergüenzas que habían hecho tal cosa venían de allí.
Efectivamente, no me equivocaba, la corazonada era suprema. Paso una semana. Aquel martes los recados de cada día, los hizo mi hermano Beni. Yo por entonces me encontraba bastante ocupada; curando a Leticia, curándome a mi misma y sumergida en los libros y artículos de Jean Améry. Mi hermano entro en casa, dejo una bolsa y el periódico local encima de la mesa de la cocina y con las mismas se fue. Al rato me levante de mi querida butaca de leer, para hacerme un cigarrillo Manitou, me coloque en la mesa de la cocina a hacerme el cigarrillo mientras ojeaba el periódico, en la portada más de lo mismo ¡el ayuntamiento esto, el ayuntamiento aquello, el ayuntamiento promueve, el ayunta…El ayunta y más ayuntamiento! Encendí el cigarrillo y fui pasando las hojas <<que riiiico el Manitou>> me decía. Cuando ¡cata plan! En la parte superior derecha de una hoja ponía: Ata a su yegua con un cable a un vehículo y la arrastra hasta el agotamiento. Yo me quede sin saber lo que me pasaba, me quede en blanco, con una mezcla de sensaciones; estremecimiento y tranquilidad <<lo sabia>> dije de un grito fuerte ensordecedor. En el copete de la noticia ponía: El vecino (del pueblo en cuestión) es acusado de un presunto delito de maltrato de animal domestico. Y en el cuerpo de la noticia ponía: la guardia civil ha detenido a dos varones, uno de 38 años de edad y otro de 32 con domicilio (tal, tal, tal) como presuntos autores de la desaparición y maltrato de una yegua pia blanca y marrón de su propiedad, según informo la subdelegación del gobierno. El sujeto ató mediante un cable a la parte trasera de su vehículo al animal, llevándolo al trote desde un camino hasta su domicilio, sin detener la marcha, hiriendo posteriormente al animal a causa de la fatiga producida por la distancia recorrida.
Cuando termino de leer la noticia en su conjunto, a Benita Martin se le fue subiendo la esquizofrenia, y la bipolaridad invadió su ser, anulando la racionalidad. La gran Benita se dio cuenta de que quería partir alguna cosa de la casa e inmediatamente se tomó, no una, sino dos Quetiapina y salió al exterior de la casa y caminó por la parcela entre los pinos gritando la canción “Podenco Gripao” del fenomenal Miguel Benítez: viene la cenicienta/y me cuenta que una encuesta/dice que ya no queda cemento. /Que la obra no se acaba/que la bola no botaba/que se estaba cantando a contrarreloj. /y me puse a componerme esta canción/que es la canción del que no tiene/y busca una respuesta. /Porque me queda vino fino en el neverón/y con el calor yo ya no necesito/dar más vueltas. /voy pa’l cielo yo, o voy pa’l infierno yo/no me queda solución me quedo de podenco.
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