UNA MUJER EN LA SILLA DE ESPERA

Le parece hermosa la mujer sentada en la silla  de la sala de espera de pago de servicios públicos. La mira de arriba abajo mientras avanza la fila. Por instantes se imagina la dicha del marido o el amante. Piensa que pasaría si ella fuera su mujer. La mira y la piensa y la imagina. Ella no advierte su presencia, acostumbrada a ser tiránica  con este tipo de gestos. El decide mirar hacia otro lado ante la imposibilidad siquiera de una mirada. Se propone entonces olvidarla y ya no la mira. Pasa varios minutos con la vista fija en las paredes y en los aviso en la medida que avanza la fila. Cuando está a punto de ser atendido por la empleada echa un último vistazo  a donde la mujer sentada con su destellante hermosura y se encuentra con la mirada de un hombre joven esperando también un turno. La mujer no está en ninguna parte, se ha ido tan rápido o fue el olvido momentáneo que la convierte en un espejismo.

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