Eran ya las 3 de la madrugada y Paula se disponía a regresar a casa. Había sido una cena estupenda con buenos amigos, buena comida y buen vino.
Celebraban que Alicia, su mejor amiga, iba a ser la primera en casarse del grupo. Por una parte radiaba alegría al ver a su amiga tan feliz y entusiasmada con el próximo evento, pero no podía evitar sentir una punzada de celos y tristeza; el único que la esperaba a ella en casa era Iggy, un viejito bulldog francés un poco chalado que le hacía compañía.
Salían de tomarse la última en un garito del centro de la ciudad y su piso estaba justamente en la otra punta. A esas horas y sola no tenía ningunas ganas de volver caminando, así que tras despedirse de sus amigos, se alejó buscando la parada de taxis más cercana.
Justo en ese momento salía el único taxi con una familia, así que Paula aprovechó para pedirle al conductor si podía dar aviso a algún compañero para que pasaran a buscarla.
Mientras esperaba, una chica se acercó a la parada, aparentemente para lo mismo que ella. Se saludaron cortésmente y tras un largo rato, la chica la alcanzó para pedirle fuego y preguntarle si sabía cuando vendría el próximo taxi.
La chica, dando pequeñas caladas a su cigarro, no dejaba de mirar a Paula mientras ella le explicaba cuánto tiempo llevaba esperando y hacia dónde se dirigía.
La miraba de arriba abajo, a los ojos y la boca, a lo que se consideraría una distancia muy corta. Era morena con el pelo largo, de aspecto desenfadado y gesto travieso. Le sugirió a Paula que ya que ambas se dirigían a la misma zona, sería buena idea compartir taxi y pagar a medias la carrera.
Ya sentadas en la parte trasera del coche y tras decirle al conductor la dirección, éste subió ligeramente el volumen de la radio. Paula estaba tan cansada que prefirió pasar el trayecto en silencio, eso sí, inquieta por las constantes miradas de la misteriosa chica que se sentaba junto a ella.
Al momento, sintió como ésta deslizaba lentamente una mano por el asiento en dirección a ella y jugueteaba con los dedos trepando su muslo. Paula la miró fijamente a los ojos, pero permaneció inmóvil, lo cual reforzó el gesto de su acompañante.
Siguió un caminito hacia la rodilla, acariciando suavemente su piel con la punta de los dedos, sumergió su mano debajo de su falda, levantándola tan lento como pudo.
Paula contuvo la respiración y buscó la mirada del conductor a través del retrovisor, el cual parecía ajeno a lo que sucedía en la parte trasera de su coche. Continuó inmóvil, pero esta vez separando un poco las piernas, insinuándole a la chica morena que continuara. Paula se sentía entre nerviosa y excitada, seguía pendiente del retrovisor rogando que el conductor no se percatara e hiciera el trayecto lo más largo posible.
En su recorrido ascendente por el interior de los muslos de Paula, la chica llegó finalmente a rozar su vulva. Sobre su tanga, que empezaba a humedecerse, movía sus dedos muy suavemente sabiendo exactamente dónde tocar.
La respiración de Paula era cada vez más entrecortada, conteniendo al máximo sus gemidos para evitar ser pilladas. La morena se sentó más cerca aún de Paula y agarrando su tanga bruscamente tiró de él para bajárselo hasta las rodillas.
Volvió a deslizar su mano hacia el interior y esta vez la sorprendió queriendo introducir sus dedos en su ya mojado coño. Suavemente, como antes, se hizo con ella metiendo sus dedos y moviéndolos de fuera a dentro un par de veces; sacando la mano de su falda y llevándose los mismos dedos a su boca para saborearlos mientras Paula la observaba bajo la penumbra.
- ¡¡Sabes jodidamente bien!! - Le susurró a Paula al oído con una voz muy sensual.
Paula no podía apartar los ojos de aquella muchacha y de su boca mientras se relamía saboreándola a ella. Aquello la había puesto increíblemente cachonda, con ganas de hacer un poco más intenso el juego que había empezado la desconocida que se sentaba a su lado. Paula se subió la falda sobre su tripa y comenzó a masturbarse mirándola, mientras la otra seguía a su lado mordiéndose el labio.
- ¡¡Ufff, si lo llego a saber te como entera antes de coger este puto taxi!! - Volvió a susurrarle, metiendo la lengua en su oído y bajando para morderle el lóbulo de la oreja.
Escupiéndose en la mano para humedecerla volvió a llevarla al coño de Paula, que ya no era capaz de contener exitosamente sus gemidos. En una vista rápida hacia el retrovisor se percató de que el coche había parado y que el conductor las estaba mirando con cara de vicio mientras se hacía una paja. A esas alturas ya ni siquiera le dio vergüenza o pudor, incluso terminó de desatar su lujuria. Miró a la chica morena pidiéndole con voz de ruego.
- Pues hazlo ahora. – Se terminó de quitar el tanga, dejándolo a un lado, y subiendo sus dos pies al asiento, se recostó sobre la puerta del coche con la cabeza apoyada en la ventanilla. Abrió sus piernas mostrándole explícitamente su sexo a una desconocida, completamente fuera de si.
La muchacha también se percató de que el conductor se masturbaba sin ningún reparo, pero también le dio absolutamente igual, y haciéndose una coleta sonrió abiertamente a Paula.
Bajó la boca a su entrepierna y empezó a chupar sus labios como si se tratara de un delicioso manjar.
De verdad, ¡Ojalá pudierais oír los gemidos desesperados de Paula! que se retorcía en el asiento, dominada por el vaivén de sus caderas. Ojalá pudierais ver la cara del conductor, mientras se la machacaba viendo aquellas dos guarras follando en su coche. Ojalá pudierais verme a mí, escribiendo esto con una mano porqué no puedo evitar tocarme con la otra.
Ojalá estuvierais aquí...
Ojalá estuvieras aquí.
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