Denunciar relato
Yo nunca pierdo la esperanza
cuando la noche me encuentra solo
y apago las luces de mi casa.
Ya no necesito saber de dónde venimos,
ni hacia dónde dónde vamos. Sólo sé que tengo el tiempo en mis manos. Será que el paso del tiempo cerró las cicatrices de mi alma o tal vez será que no hay que darles demasiadas vueltas a las cosas para no caer en la misma trampa. Ahora ya no lucho contra la tormenta,
me siento frente a mi ventana a esperar que llegue la calma.
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