LA VIDA EN UN AGUJERO

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Debido a ello al  ejecutivo, pensando que sería comprendido, le acometió la fiebre del mito no tan

nostálgico como nacionalista.

- ¡Como  Cataluña no hay nada! Pero has de saber Fernando - le decía a su compañero- que en

el año 1714, tras la Guerra de Secesión cuando Cataluña perdió la Contienda contra los Borbones

para defender a los Austria, que respetaban los derechos de los catalanes, el monarca borbón

Felipe V nos aplastó, nos humilló de mala manera, y nos prohibió hablar en nuestra lengua,

porque en el fondo nos tenía envidia. Y siglos más tarde tuvimos que sufrir cn el franquismo que

hizo otro tanto. Y ahora, el gobierno central, con el apoyo de las otras regiones de la península

nos quiere marginar económicamente. Como ves somos una víctima del Poder dominante. ¡Pero

te aseguro que esto un día no muy lejano se va a terminar!

- Ah...  ya...- expresaba el tal Fernando que aquel relato ni le iba ni le venía.

El caso era que Félix cuando se encontraba con alguien sea en la calle  o en cualquier otro lugar

que le merecía algo de confiancia, se empezaba hablando del tiempo, de asuntos cotidianos, pero

él que no se esforzaba en escuchar a nadie, daba la vuelta a la conversación y terminaba

repitiendo aquel sobado discurso de  propaganda nacionalista como si fuese un disco rayado. 

Por esta razón el ejecutivo se hacía pesado, agoviante, y hasta antipático. Pues a mucha gente

de aquella ciudad le parecía que cuando a éste le daba por la retahila nacionalista era como si en

el fondo despreciara a aquella región que lo había acogido tan bien. Pues de nada le había

servido la educación racionalista que le dieron en la Universidad, porque en su mente emocional

lo que tenía más peso era el soberbio estado de ánimo que había mamado por una parte en una

escuela de religiosos, y por la otra de sus progrenitores. En consecuencia al amigo Félix todo

el mundo se lo quitaba de encima, por lo que él se sentía más solo que nunca.

Hasta que en una ocasión cuando Félix habló por teléfono con su superior en Barcelona, y le

suplicó que le hiciera regresar a su patria chica, éste le contestó bastante airado:

- Mira chico. A ver si te enteras. Esta empresa es como la vida misma que está al margen de tu

manía persecutoria nacional. Si quieres evolucionar dentro de la empresa, y como persona,

tienes que aprender a adaptarte a las circunstancias, y a lo que el destino te depara. Tienes

que aprender a apreciar el lado bueno de lo que te rodea, porque todo el mundo hace lo que

puede con su vida. Y si no lo haces serás como un muerto andante.

Así que Félix se quedó en León indefinidamente, llorando por un "Paraíso Terrenal" nacionalista

de connotaciones medievales, que estaba fuera de la realidad.

 

 


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